Revista Comunicación

Dedicado al Innombrable

Publicado el 06 abril 2016 por Lya
Me tiene preocupada. El Innombrable. Who Must Not Be Named In This Blog. Muy preocupada.
Que una cosa es que no lo nombre, no lo mencione, no lo reconozca como patrimonio de mis entrañas por pura vergüenza torera (y también por sanidad mental) y otra, distinta, que no me cause congoja que me suspenda conciertos, así, seguidos, por motivos de salud.  Una es sensible y, sobre cosas que afecten al Innombrable, pues más. Que será un poco hortera, ahora estará orondo y hermosote y todo lo que queráis, pero nuestra historia común ahí está y no es plan de olvidarla cuando más me lo necesita. No, no, no. Yo siempre fiel. En la sombra y eso, pero fiel.
Y es que su vida es de traca y ahora está pagando las consecuencias. Cantante desde niño, todos esos años encima del escenario, soportando decibelios excesivos, le han provocado tinnitus. Básicamente, oye sonidos que no vienen de fuentes externas y debe ser serio el tema cuando no puede dar conciertos.
Y luego los kilos que ha cogido. Porque él siempre ha sido de cadera ancha, para qué mentir, pero ahora está en rollo Norcoreano y es una pena. O no, que lo mismo se ha dado al comer como no ha podido desde los nueve añitos que me lo pusieron a cantar. Mejor dicho, desde que a los nueve añitos el prenda de su padre (español para más señas) me lo puso a cantar. Aquello terminó como el rosario de la aurora, claro, con el niño ya mayor enfadado con el padre que lo quería exprimir y el padre que se muere y el niño que jura que no pisará jamás España, la tierra paterna. Juramento que tardó bastantes años en romper, obligado, cuentan, por el éxito de los discos de boleros que grabó por aquel entonces.
A toda esta historia, además, se une la desaparición de la madre (italiana). No sé sabe si murió (cuentan que ahogada en una piscina de un narcotraficante) o si está en un hospital psiquiátrico, con la cabeza totalmente ida vaya usted a saber por qué extrañas razones.
Una familia encantadora, no me digáis que no. Los hermanos del muchacho sí son más o menos conocidos. Al menos no están desaparecidos. Con uno tiene algo de relación, pero con el pequeño parece ser que no. Añádasele a esto la hija no reconocida que apareció y los dos bebés que tuvo con la Arámbula, esa mala pécora buscona y aprovechada.
Total, que una repasa todo esto y no puede dejar de estremecerse ante semejante hoja vital. Que algo tendrá él que ver, no digo yo que no, que de carácter sencillo no parece, pero, qué queréis, yo se lo perdono. Si le perdoné hasta aquel disco de villancicos con el pelo cardado... a mí como si ladra.
Aunque le niegue y no le nombre.

 Y llegué a quererte con el alma y hoy me mata de tristeza tu actitud....

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