Revista Cultura y Ocio
Casi 20 años ha tardado en llegar la secuela de Deep Blue Sea, aunque si no hubiese llegado, creo que todos los que la hemos visto seríamos mucho más felices. Porque si de la primera dije que era una cinta de serie B disfrazada de gran superproducción, de esta lo que podemos decir es que es una cinta de serie Z que, además, está encantada de conocerse.Si bien los primeros compases de la película pueden transmitir una cierta sensación de normalidad, a poco que comienza a avanzar, pone todas las cartas sobre la mesa y deja bien claro que, o nos la tomamos a guasa y nos reímos de lo ridícula que es o si no mejor será darle al Stop y dedicarnos a mejores menesteres.En cuanto al argumento, pues es casi un calco de la primera parte sin absolutamente nada que contar, con giros rocambolescos y sin sentido y con personajes cuyos cerebros parecen haber pasado por una batidora con sobrevoltaje.El guión es sencillamente sonrojante y cuenta con algunas de las líneas de diálogo más surrealistas que he podido escuchar en mucho tiempo. Ya ni hablemos a nivel técnico o interpretativo, donde cualquier atisbo de calidad brilla por su ausencia. Evidentemente no hay actores conocidos, ¿quién se atrevería a participar en semejante engendro tras haber leído el guión? La única cara reconocible es la de Michael Beach, eterno secundario en cine y series de televisión.En fin, lo único bueno que se puede decir de ella es que es corta, pero aún así solo recomiendo que la veáis en compañia de amigos y con algo de alcohol cerca. Eso sí, la escena del tibujón "vieja del visillo" no tiene precio.Bueno, y me gusta el cartel.Nota: 2/10