Revista Cine
La imagen personal es cada vez más importante en la sociedad actual. Los medios de comunicación nos bombardean con cientos de productos destinados a estar más guapos y, con ello, aumentar, supuestamente, nuestra felicidad.
Sin embargo, por más afeites que empleemos, muchas veces se cumple aquello de “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Si hemos nacido con un defecto o deformidad física, difícilmente podremos esconderlo.
A lo largo de la historia ha habido personalidades cuyo carisma han prevalecido por encima de estas deficiencias físicas. Por ejemplo, mucha gente ignora que tanto a Hitler como a Napoleón les faltaba un testículo.
Otros de los personajes históricos que padecieron deformidades médicas fueron:
- El profeta Moisés (tuvo labio leporino y paladar hundido).
- Ana Bolena, la segunda esposa de Enrique VIII, tenía seis dedos en la mano izquierda y tres pezones)
- El poeta inglés John Keats (poseía una diminuta cabeza)
- Lord Byron (el intelectual británico tenía los pies deformes, con forma de pezuña hendida).
- Guillermo II, el emperador alemán, tenía el brazo atrofiado, a causa de un nada sencillo parto de nalgas.
- Stalin tenía dedos palmeados en el pie izquierdo y el brazo izquierdo era mucho más corto que el derecho.
- Goebbels, político nazi defensor de la pureza genética, tenía los pies deformes y su brazo izquierdo era ocho centímetros más largo que el derecho. Según sus contemporáneos , estos no eran defectos de nacimiento, sino que surgieron a raíz de una enfermedad que sufrió en su infancia.
De la más hermosa ficción, con el Jorobado de Notre Dame, a la más pura realidad, con las destacadas personalidades de todos los tiempos anteriormente narradas, las deformidades físicas han demostrado una y otra vez que no son un impedimento para conseguir la meta que uno se proponga.
Publiqué este artículo por primera vez el 02/05/2012 en el blog "Sobre curiosidades"