El Ministerio de Industria, Energía y ( sin embargo) Turismo acaba de trasladar a las instituciones canarias el borrador de la resolución que dará luz verde definitiva a Repsol para que inicie las prospecciones petrolíferas en aguas las islas. No obstante, hablar de “borrador” es un mero eufemismo: la resolución definitiva que en los próximos días publicará el BOE firmada de puño y letra por el ministro José Manuel Soria no tendrá una coma de más o de menos con respecto al tal borrador. El propio Ministerio, que en un primer momento habló de un plazo de alegaciones “de al menos diez días” al susodicho borrador, ya ha aclarado las cosas para quienes todavía creen que queda alguna posibilidad de parar este asunto por la vía administrativa. No se aceptarán alegaciones que supongan paralizar o retrasar los sondeos, ha subrayado el Ministerio.
Dicho en cristiano, se pongan como se pongan las instituciones canarias y presenten las alegaciones que presenten, las prospecciones seguirán su agitado e imparable curso a mayor gloria de Repsol. A más abundamiento en la idea de que el traslado del documento a las instituciones canarias es más un escarnio que una muestra de respeto y colaboración institucional, desde las filas del PP canario se ha aportado hoy una esclarecedora interpretación más: lo que ha hecho el Ministerio es tener “una deferencia” con Canarias para que sus representantes públicos salgan de la ceguera en la que están sumidas y conozcan de primera mano el texto de la resolución y – podemos añadir – la enmarquen y la coloquen en lugar bien visible en despachos oficiales y plazas públicas.
Se ha sabido también que la predicha resolución valora exactamente en 20 millones de euros el sector turístico canario, la biodiversidad del archipiélago y el riesgo de que islas enteras puedan quedarse sin abastecimiento de agua potable si ocurre lo innombrable. Esa es la fianza que Repsol deberá depositar para cubrir daños ambientales más una póliza de responsabilidad civil subsidiaria de 40 millones de euros. Sabido es que ni el sector turístico de las islas, que representa más de un tercio del PIB canario y da trabajo a un tercio de la población activa, y mucho menos su biodiversidad o las necesidades de agua potable de la población valen eso ni de lejos. Si tenemos en cuentas que los daños del Prestige superaron los 2.000 millones de euros y que los del Golfo de México fueron más de 8.000, tengo para mí que el ministerio ha sido algo duro con la pobre Repsol imponiéndole garantías económicas tan elevadas. A ver si por exigirle tanto quiebra y nos quedamos los canarios sin el deseado oro negro.
En paralelo a esta deferencia para con la tierra que lo vio nacer y para con sus instituciones, el ministro se ha vuelto a convertir en el más informado portavoz de la petrolera y ya ha dado una fecha cierta para el inicio de los sondeos, un dato que en Canarias aguardábamos con mal disimulada ansiedad habida cuenta la riqueza que nos espera en el fondo del mar, como las llaves aquellas. La fecha mágica será a finales de octubre – ha dicho Soria – y tal vez no por casualidad es la misma que está barajando el Gobierno de Canarias para convocar a los ciudadanos a pronunciarse en una consulta popular sobre los sondeos.
En el capítulo de las deferencias debe incluirse también que el ministro habla ahora de que las islas recibirán “una parte” de los impuestos que cobre el Estado a Repsol por su negocio petrolero en Canarias. El tamaño de “la parte” es lo que no ha precisado pero no cabe la menor duda de que no bajará del 99,99%. Mientras tanto, en Repsol nadie ha vuelto a abrir la boca desde que su presidente Brufau nos felicitó la última Navidad anunciándonos El Dorado en una inolvidable rueda de prensa en Canarias que pasará a los anales de la comunicación empresarial. Él solito hizo más contra las prospecciones en una hora que el Gobierno de Canarias y los grupos ecologistas en dos años y medio.
Sin embargo, y coincidiendo con los movimientos administrativos en la oscuridad que de forma tan virtuosa interpreta el ministerio de Industria, la petrolera multinacional lleva días alegrándonos la vista con una lujosa campaña publicitaria en varios medios de comunicación. En ella salen niños rubios correteando por arenas igualmente doradas y se compara la riqueza de los noruegos y su industria petrolífera con la cerrazón de los inconscientes ciudadanos de estas islas que no somos capaces de ver las ventajas sin límite de tener hermosos pozos petrolíferos a unos pocos kilómetros de nuestras costas.
Lástima que el dinero no le haya alcanzado para explicar también en esos vistosos anuncios que en Noruega la industria petrolera está en manos públicas y que la riqueza que promete a los canarios no es más que un desesperado intento por convencernos de que su negocio privado también es el nuestro. Creo que, como le pasó a Brufau en Navidad, la campaña está consiguiendo lo contrario de lo que pretende, aunque ese es su problema. En cualquier caso, no me digan que no es una deferencia de las de verdad que Soria, un ferviente defensor de las energías renovables, y Repsol, más que una petrolera una ONG sin ánimo de lucro, se desvivan tanto por nuestro bienestar presente y futuro. Es como para llorar de emoción.