Revista Economía

Deflación vs Devaluación

Por Elorodesalomon

Cada vez son más presentes estos dos términos en la situación económica actual, debido principalmente al mal contexto en el que nos encontramos. Recientemente es frecuente escuchar la necesidad de devaluar la moneda propia con el objetivo de recuperar la competitividad internacional, o como nuestra economía podría entrar en deflación. Vamos a entender primero que significan estos dos conceptos y ver las posibilidades de aplicarlos en nuestra economía ante la incapacidad de tener una política monetaria propia.

La deflación es la caída mantenida y generalizada de los precios de bienes y servicios durante un período de tiempo. Es el concepto opuesto a la inflación, sería una inflación negativa. La deflación es producida por una caída en el gasto personal, una caída en el gasto gubernamental y una caída de las inversiones (nacionales e internacionales). Esto se traduce en un exceso de oferta por encima de la demanda que produce una caída en los precios para llegar nuevamente al equilibrio.

Dadas todas las medidas de ajuste emprendidas en el sector público y en el sector privado, así como la contracción financiera, podríamos encontrarnos ante ciertos indicios que apuntan a la deflación.

Por el contrario, la devaluación es la reducción de valor de la moneda de un país en relación con las monedas de los demás países. También se puede entender como un descenso del tipo de cambio oficial por el cual una divisa es intercambiada por otras. La devaluación es una herramienta de la política monetaria propia de un país, que permite abaratar las compras que los extranjeros hacen de productos nacionales y encarece las compras nacionales en el extranjero. De este modo aumenta las exportaciones y reduce las importaciones, lo cual son en ambos casos aumentos del PIB por la mejora de la Balanza Comercial.

Las diferencias entre ambos conceptos es que el primero es una situación económica y el otro puede ser una situación de depreciación de la moneda (cae de valor por si sola) o bien una actuación por parte de las autoridades monetarias o devaluación. La deflación aparece, la depreciación se produce y la devaluación se decide.

La deflación, más allá de la caída en los precios, genera efectos negativos en la economía que suelen entrar en un bucle negativo de efectos desaceleradores. Al caer precios, gasto e inversión, las empresas pueden entrar en pérdidas, reducir plantillas, aumentar el desempleo y prolongar la deflación. 

Las medidas que pueden realizar los gobiernos consisten en provocar un aumento de la demanda para que se ajuste a la oferta. La propuesta más común es la bajada de los tipos de interés de manera que las entidades bancarias y financieras dispongan de fondos con mayor facilidad y se fomente el crédito a empresas y familias para aumentar el gasto. Otra medida es el aumento del gasto pública para aumentar el dinero en circulación y dinamizar la economía.

Pero hoy en día ya hemos agotado la capacidad de endeudamiento público y tenemos unos tipos de interés ya muy bajos, poco recorrido le queda a la política fiscal o monetaria.

Por su lado, la devaluación tiene como objetivo principal recuperar la competitividad de una economía con los países extranjeros y reactivar la economía nacional. Como hemos comentado, al abaratar los precios nacionales los extranjeros verán atractivo comprar aquí. Por contrario, al encarecer los precios de fuera los ciudadanos preferirán comprar en casa, produciendo así superávit en la balanza de pagos y comercial, partidas claves en el agregado del PIB.

Si nos centramos en la situación actual, ¿Qué puede hacer el Gobierno para recuperar la competitividad con el resto de Europa?

Al pertenecer a la Comunidad Económica Europea, España no tiene la posibilidad de realizar una política monetaria propia al perder la soberanía monetaria y cambiaria. Este es un de los motivos que se utilizan para criticar la viabilidad del proyecto euro, la pérdida de autonomía por parte de los gobiernos nacionales.

Consecuentemente no existe posibilidad de devaluar la moneda ni de modificar los tipos de interés. Para recuperar la competitividad, considerando que realmente se puede vivir una depreciación interna que compense la imposibilidad de devaluar, deberíamos volver al nivel estable que realmente muestra nuestra economía.

Se deben reducir precios de manera sostenible, ya que después de la entrada en el €, los precios han subido en mayor parte que los salarios y la población puede ahora comprar menos cosas que hace unos años con el mismo dinero.

Los bancos deberían volver a prestar dinero a los ciudadanos y empresas. Sin embargo, con una gran parte del sector bancario acudiendo a rescates públicos, una morosidad que crece día a día y una desconfianza generalizada se hace muy difícil que vuelva a fluir el dinero.

El gobierno podría realizar políticas fiscales expansivas, pero viendo todos los recortes y medidas que nos exigen desde Europa esta situación está descartada. España deberá pedir ayuda a los fondos de rescate y así poder hacer frente a sus obligaciones y deudas más próximas, pero no reactivar la economía mediante obras públicas.

Nos encontramos en un círculo de difícil solución, dónde la posibilidad de actuar es difícil por parte de las autoridades locales al depender tanto de Europa y de los mercados internacionales. Salir del € no es la solución. No es necesario salir del € para recuperar la competitividad. Es necesario entender que la población se ha acostumbrado a tener un nivel de vida que desgraciadamente no es el que nos toca. Para ello es más que probable que vivamos un proceso de ajuste a la baja que implique la devaluación interna, es decir la depreciación de los bienes y servicios y posiblemente recortes salariales, un proceso de deflación interna pero que repercute en el precio de los bienes hacia el exterior.

Por ello, consideramos que cabiendo la caída de precios internos como medida para recuperar la competitividad, no es excusa para salir del euro el no poder devaluar la moneda.


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