Lo malo es que el inteligente «deixate estar» se ha convertido, sin quererlo, en la máxima del individualismo que impera hoy en nuestra sociedad. Ese pasotismo hacia los problemas que tenemos enfrente y casi nadie quiere ver. Aunque se los pongan delante. Tanto en el mundo real como en el virtual. Que haberlos haylos. A toneladas. Pero oye, son «invisibles» para demasiada gente. «Deixate estar» cuando corresponda hacerlo. Cómo desestresa.
Revista Comunicación
Es una expresión muy gallega y con mucha retranca. Significa que permanezcas «quieto parado». Que ante turbulencias presentes o futuras ni se te ocurra moverte. Que no pestañees. Que te «dejes estar», que no abras ni la boca ni los ojos. Que no pienses en el asunto. Que lo evites. Que te relajes, vamos. Es una inteligente manera de dejar pasar de largo un problema o ningunear a una persona. Sobre todo si es mala persona. Silencio absoluto y a sonreír si es posible. Si algo va mal o no va y tú no lo puedes solucionar, «deixate estar». El tiempo, ese juez supremo que quita y da razones, ya se encargará de poner las cosas y a las personas en su sitio. O no.
Lo malo es que el inteligente «deixate estar» se ha convertido, sin quererlo, en la máxima del individualismo que impera hoy en nuestra sociedad. Ese pasotismo hacia los problemas que tenemos enfrente y casi nadie quiere ver. Aunque se los pongan delante. Tanto en el mundo real como en el virtual. Que haberlos haylos. A toneladas. Pero oye, son «invisibles» para demasiada gente. «Deixate estar» cuando corresponda hacerlo. Cómo desestresa.
Lo malo es que el inteligente «deixate estar» se ha convertido, sin quererlo, en la máxima del individualismo que impera hoy en nuestra sociedad. Ese pasotismo hacia los problemas que tenemos enfrente y casi nadie quiere ver. Aunque se los pongan delante. Tanto en el mundo real como en el virtual. Que haberlos haylos. A toneladas. Pero oye, son «invisibles» para demasiada gente. «Deixate estar» cuando corresponda hacerlo. Cómo desestresa.