Según medios locales, todo empezó cuando la pareja, oriunda de Xiamen, intentó registrar a los niños. Para culminar el proceso, había que presentar los resultados de una prueba de paternidad que demuestre que los bebés eran suyos pues así lo exige la legislación de la ciudad.
El análisis, sin embargo, terminaría revelando algo bastante extraño: uno de los niños poseía un ADN distinto al de su hermano y no mantenía relación alguna con su supuesto padre.
Se supo que el hombre ya se había preguntado por qué uno de sus hijos no se parecía a él, pues tenía rasgos como la nariz y la boca diferentes a la del ‘padre’. Sus sospechas terminaron siendo ciertas, según indicó ABC de España.
Fue entonces que a la mujer no le quedó de otra que aceptar que había engañado a su pareja con otro hombre.
El padre, por su parte, dijo que estaba feliz de criar a su propio hijo, pero no al de otra persona.