Todavía no he terminado la semana. Aún me espera mañana en Jaca (Huesca) el Comité de Dirección de una compañía. Hablaremos del "ser directivo", que es un montón de cosas, claro. El martes, en Madrid, en una sesión parecida, remarcamos que los líderes nunca interfieren en las tareas de sus subordinados sin una buena razón para ello, porque han de confiar en ellos y en su capacidad de trabajo.
Cuentan que Pierre DuPont (fundador del gigante industrial) era de esas personas que prefieren hacer ellos, en vez de "hacer-hacer" a los demás. Decía que no terminaba de fiarse de su gente y que para tener que rehacerlo todo, que prefería hacerlo él mismo desde el principio. Conforme su compañía fue creciendo esta actitud le provocaba graves problemas. Todo, todo debía pasar por él y eso era insostenible.
Una tarde, conversando con el presidente Jefferson le contó sus problemas y este le dijo: "Tanto usted como yo, consideramos a los hombres como niños y les tenemos un cariño paternal. Sin embargo, usted los quiere como se quiere a los niños pequeños: tiene miedo de dejarles solos sin la niñera".
Los líderes ven en su gente personas libres, maduras y responsables, no niños. No les hacen el trabajo. Les aconsejan y les animan, pero es el subordinado el que debe solucionar el asunto como mejor pueda. El paternalismo es ineficaz.
¿Por qué no piensas en algo que vayas a delegar en tu gente esta próxima semana? Veras como aunque te parezca arriesgado, la gente puede dar mucho más de lo que imaginas. Déjales hacer. Déjales volar.