Revista Sociedad

¡Déjalo nene!

Publicado el 20 febrero 2014 por Oscar @olavid25
Mujica y Lula son más bajitos que Fabiana Leis.

Mujica y Lula son más bajitos que Fabiana Leis.

En contra de lo que siempre se ha dicho, parece ahora que el poder no cambia a las personas. Lo que sucede, me explican, es que el poder hace que emerja lo que de verdad hay en cada uno. ¡Ah!, pues mucho peor. Era más fácil culpar a un agente extraño, a una situación nueva, a una locura transitoria provocada por un cambio de escenario anímico. Cuentan que Lula da Silva, allá en Brasil, prohibió a los miembros de su primer gobierno que atendieran ninguna petición de sus familias. Cuando le suplicaron un coche para su tía Corina, que tenía problemas de movilidad, fue tajante: “Dile que se joda”.

El presidente uruguayo, José Mujica, tiene un pasado tupamaro que le colocaba muy lejos de las prácticas de resistencia  pacífica de Gandhi, entró y salió de la cárcel, no siempre con permiso de sus captores, fue torturado de forma cruel durante años y amnistiado en 1985. Hoy dirige el país, en ocasiones desde una modesta finca, tiene dos viejos coches y tres tractores. En las últimas semanas, además, ha legalizado la marihuana, ha explicado que están confundidos los que le tachan de pobre, y ha desmentido las informaciones que han colocado a un joven semidesnuda en su elenco de secretarias. La funcionaria ha salido en la portada de Interviú y su presentación es para enmarcar: “Fabiana Leis. Secretaria del presidente de Uruguay (el que ha legalizado la marihuana)”.

Ella, que no trabaja en las dependencias oficiales del presidente, sino en un edificio anexo, dice que cuenta con el apoyo del mandatario y que, incluso, una vez aplaudió su carrera de modelo:  ”Vos estás representando bien al país, nena”, dice que dijo. El que no estaba representando bien al país es el senador del PP Francisco Granados, que anda con una cuenta en Suiza que le trae por la calle de la amargura. “Llevo dos años apartado, apretando un botón en el Senado. No tengo por qué aguantarlo”, explica el ex consejero de Esperanza Aguirre. Está errado, los que no tenemos por qué aguantarlo, somos nosotros. ¡Déjalo nene!


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