Revista Cine

Déjame Entrar

Por Ixowa @ixowa

El mito vampírico nunca dejará de estar vigente en la literatura y el cine porque es un tema que nunca muere, del que siempre se puede sacar algo nuevo y en el que cada autor da un nuevo punto de vista que le añade una fascinante frescura y actualidad al tema.

El protagonista de Déjame Entrar es un niño de 12 años bastante solitario que sufre acoso escolar, Oskar, muy rubio y blanco, aparentemente es todo lo contrario que su nueva vecina también de 12 años a la que conoce una noche enfrente de casa. Entre ellos se va fraguando poco a poco una historia de amistad y amor.

El amor en esta película es puro y verdadero, como es el amor infantil y el de los animales, la muerte también es algo verdadero e inevitable, es necesario para alimentarse, no estremece ver a esas personas morir, causa mucho más terror el acoso al que someten al chico en el colegio.

Fue rodada Suecia, su ambiente es frío, su desarrollo es lento y pausado. Lo que provoca esta película no es terror ni miedo, sino ternura a la que vez que cierta inquietud, como una extraña mezcla de sentimientos difíciles de explicar. Apenas se muestra nada, pero se sabe todo, la historia se desarrolla con una sutileza y elegancia como para quitarse el sombrero, acabando con un desenlace magistral e inolvidable.

 


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