Muchas veces queremos hacernos las fuertes pero somos “personas” con alma, corazón, sentimientos encontrados.
Aunque he logrado dejar de hacer míos los problemas ajenos aún no he logrado entender esa parte del “ego” humano, esa parte del “agradar porque sí a costa de perder mi vida”. Es complejo, la verdad, pero es un trabajo interno que sé, me llevará más tiempo asumir y perfeccionar.
Por momentos, quieres cambiar el mundo de las personas que tienes enfrente, a sabiendas de que no puedes porque es su mundo, no el tuyo.
Y eso, te devuelve a la realidad y te recuerda que, en el fondo, lo que no quieres es cambiar el mundo de nadie, sino dejar de ver sufrimiento en los ojos de quien se merece un nuevo brillo en sus ojos y nuevas alas para confiar.