Revista Diario

Dejar de compararse con los demás.-

Por Internautabipolar

Compararnos con otras personas puede ser un estímulo que nos ayude a mejorar. El problema surge cuando pensamos que los otros siempre son mejores. Para superar el sentimiento de inferioridad es necesario que nos consideremos nuestra propia fuente de valor. Sólo así aumentará nuestra autoestima.

Mi esposa Cynthia tiene 41 años y se siente “deprimida”. Al hablar con ella me explicó que cuando se miraba al espejo, pese a no considerarse realmente fea, se encontraba poco atractiva en comparación con otras mujeres de su entorno. Tampoco se sentía una profesional de éxito, aunque ya llevaba trabajando como administrativa durante más de tres años desde que llegó a nuestro país. Cuando nos juntábamos con los amigos hablaba poco porque creía que no tenía nada que aportar y siempre le parecían más ocurrentes los comentarios de los demás. Y en general siempre parecía que había otras personas más avispadas, más alegres o más inteligentes que ella.

Cuando le pregunté a mi esposa por los defectos concretos que, según ella tenía, me contestó que no eran defectos graves, pero que siempre había alguien mejor.
Cynthia admitía que no era fea y que tenía habilidades sociales. El problema real de ella era que se comparaba continuamente con los demás.

Propuse a Cynthia que me contara algún episodio reciente en que se hubiese sentido especialmente deprimida y me explicó una situación en la que estaba con otras madres que tenían hijos y de la que ella carecía ya que hasta la fecha no habíamos conseguido tener niños, ya sea por cuestiones biológicas o por la imposibilidad de mantenerlos a raíz de la crisis. Lo cierto era que mi esposa siempre había deseado tener hijos y yo no había podido ofrecérselos.

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Baja Autoestima


Mi esposa es un clásico ejemplo de una persona con baja autoestima. No padece una depresión propiamente dicha; pero se deprime cuando, según su criterio, sale peor parada en su comparación con los demás. Existe un aspecto curioso: cuando le pregunto si le gustaría cambiar su personalidad o su vida por la de otra mujer, me contesta que no. A su cuñada la califica de “pija” y asegura que no le gustaría ser así. Y a las mujeres de mis amigos las ve arrogantes y egoístas; ella prefiere seguir siendo la buena persona que considera ser.

Todos hemos vivido situaciones como las que me cuenta Cynthia. Llevamos dentro la tendencia a compararnos; todos en un momento u otro nos hemos comparado con alguien que nos parecía más atractivo, inteligente, poderoso, feliz…Esta tendencia a la comparación se produce porque formamos parte de una sociedad, de un grupo de personas, si viviéramos solos y aislados, no podríamos compararnos ni tener poca autoestima, ya que no habría nadie a quien envidiar y tampoco tendríamos la necesidad de mejorar.

Esta tendencia a la comparación con los demás no es mala en sí. Evaluar lo que somos y lo que hacemos respecto a lo que representa una persona a la que admiramos nos puede servir de estímulo y motivación para emularla, para seguir su ejemplo.
Admirar a un colega por su gran capacidad de trabajo me conducirá a mejorar mi propia actuación, a motivarme para el esfuerzo. Pero envidiarle y compararme constantemente con él, para luego lamentarme porque yo no tengo esta capacidad, es signo de poca autoestima y sólo me llevará asentirme inferior y a deprimirme.

Compararse es negativo cuando la comparación no nos sirve de estímulo para el esfuerzo sino de señal para sentirnos inferiores. Nos comparamos con los que poseen más bienes materiales, con los que tienen más éxito, con los que gozan de un don especial o con los que resultan más atractivos, y esto hace que nos sintamos inferiores porque consideramos que nunca alcanzaremos aquello que admiramos de esas personas.

Autoestima

Autoestima

Cynthia se compara con las otras madres, esposas de mis amigos y concluye que son más “espabiladas” que ella, pero no le gustaría ser como ellas. Con este razonamiento, Cynthia comprende que, en el fondo, nada tiene que envidiar a los demás. Se da cuenta de que no se siente fatal porque ellas sean realmente mejores, sino que es ella quien se cree inferior.

La persona con poca autoestima, además, se valora a sí misma por lo que cree que piensan los demás de ella. No se atreve a tener un criterio propio y, por eso, se evalúa como cree que la evaluarían los demás. Y como considera a estos otros “superiores”, deduce erróneamente que ellos la consideran inferior.
¡Y este no suele ser el caso! Las personas con las que alguien con baja autoestima se compara, normalmente ni siquiera son conscientes de que son el criterio de evaluación para otra persona.

Si mi esposa y todas las personas que tienen poca autoestima dejasen de compararse con otros individuos, se sentirían mucho mejor. La persona con autoestima no compara constantemente su propio valor con el de los demás, sino que ella misma se considera su fuente de valor.

Habrá quien posea algo que nos gustaría tener, pero no por eso nosotros tenemos menos valor como personas. Además si todos fuésemos iguales y perfectos, ¡ qué vida más aburrida llevaríamos! Deberíamos convertirnos en nuestra propia fuente de valoración.
Dejar de compararnos y entender que cada uno de nosotros aporta su singularidad en un contexto común e la clave para ganar serenidad y paz, con uno mismo y con las personas que nos rodean.

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Imagen: Baja Autoestima
Imagen: Creative Commons


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