1. El día "D"
Al contrario de lo que se recomienda en todas las guías, yo ni reduje ni planeé el día. Le había dado muchas, muchísimas vueltas desde hace años porque fumar, desde que soy madre, siempre me ha hecho sentir culpable. Si antes de serlo ya me parecía un acto irresponsable contra la propia salud, ahora me parecía aún más porque implicaba a mi familia. Sin embargo, ese lunes 13 de Abril de 2015, me levanté asqueada. Ojo, aun así, me encendí mi cigarrillo antes siquiera de ir al baño o poner la cafetera al fuego, ese era el talante de mi adicción, vieja y asquerosa amiga. Pero mientras me bebía el café, sentada, pensaba en que me sentía con asco de estar atrapada en ese vicio, esa droga. Porque lo es. Me quedaban 3 cigarrillos en el paquete y nada más de tabaco en casa, así que ya estaba buscando un momento del día – más tarde que pronto, eran pocos cigarrillos – para escapar al estanco a por un cartón. ¿Y si probaba a dejarlo? ¿Y si cambiaba mi vida? Sabía que dejarlo sin más no era una opción en la que fuese a aguantar mucho. Sustituirlo por dos kilos diarios de caramelos, pipas o lo que quiera que sea tipo “golosina” tampoco es la opción. Cambiar de hábitos. Comer fruta y beber más líquidos saludables. Puedo hacerlo.
Mojé los cigarrillos que me quedaban, los miré con pena; no con pena de dejarlos, con misericordia: “me he dado cuenta de que no sois nadie”. Y junto con el mechero y el único cenicero que había en mi casa, fueron a parar al cubo de la basura.
2. Un día sin fumar.
Buscar belleza en los pequeños detalles:
también al dejar de fumar me hice más consciente.
Pero esto es tema de otro post ;)
¿Cómo fueron tus primeras horas sin fumar? Cuando, como yo, te esperas pasarlas peor de lo que realmente fueron, tomas muchísimo impulso para seguir luchando. ...continuará...