Suena el teléfono, veo en la pantalla de mi móvil que es Carmen, una amiga dominicana que conocí hace
más de cuatro años mientras trabajábamos en el primer restaurante donde aprendí
a ser camarera en Madrid. En ese
entonces, las dos estábamos sin la debida documentación legal en España y pasábamos
por momentos muy difíciles, debido al
trato que nos daban algunas de las personas que trabajaban en ese local.
-¡¡Ya tengo mi tarjeta de residencia en las manos!! – Grita eufórica
Carmen.
-Que feliz se sentía mi amiga, qué feliz me he sentido al
escuchar esa noticia y escuchar sus deseos de ir en diciembre al país para
estar con su familia.
Son más o menos unos cuatro años que lleva esta dominicana a
la espera de su documentación; han sido muchos los momentos en que ha llorado
por no estar con sus hijos e hijas, son muchas las vicisitudes que ha tenido
que aguantar durante este tiempo…y el miedo, que por fin, se queda atrás. Ese
miedo que sienten todos los “sin papeles” cuando coges el metro sin saber si
ese día la policía te pare y te pida la documentación, lo que conlleva sin
lugar a dudas, una carta de expulsión del país y un plazo para la salida.
Es por ello, que hoy me animo nuevamente a escribir, y pido
disculpas a mis seguidores, por no dedicarme más tiempo al blog con las de
cosas que hay que escribir sobre inmigración y de otros temas de interés
general.
Actualmente estoy haciendo un curso sobre el fortalecimiento
del papel de la mujer inmigrante en España, por lo que os prometo que en la menor
brevedad posible, comenzaré a publicar algunos de los temas que estemos
exponiendo en este curso.
¡¡Enhorabuena Carmen!! Te mereces eso y más por tu esfuerzo,
por tu lucha y porque no es fácil tomar la decisión de irse de su país y
alejarse de su familia sin saber el día en que lo volverás a ver.