La obesidad infantil se ha convertido en una de las epidemias más peligrosas del siglo XXI a la que, sin embargo, parece que aún no damos la importancia que tiene.
Con el inicio de curso y la vuelta al cole puedes tomar también una serie de medidas para que, evitando el sobrepeso en tus hijos los encamines hacia un futuro más saludable.
Una nueva vuelta al cole y con ella un nuevo intento de restablecer los buenos hábitos que, en cuanto a alimentación y ejercicio, se han ido relajando durante el verano. No solo los mayores hemos cedido a las tentaciones de la cervecita y las tapas, también nuestros pequeños se han visto con más libertad para modificar horarios de comidas, cambiar frutas por helados y agua por refrescos y acallar los avisos del estómago con esos adictivos aperitivos fritos y salados que no faltaban en el bolso de la playa.
Según el Estudio Aladino sobre Prevalencia de la Obesidad Infantil en España (2011) los datos son alarmantes: un 26.2% de los niños y niñas españoles de entre 6 y 9 años sufren de sobrepeso y un 18,3% son obesos, según los criterios establecidos por la OMS. Es decir, que en esta franja de edad, donde aún la alimentación del niño se encuentra totalmente en manos de sus tutores, casi la mitad de los niños se encuentra por encima del peso que se consideraría saludable.
¿Qué importancia tiene que el niño esté "gordito"?
Hace algunas décadas, un niño gordito era sinónimo de niño saludable, quizás porque se asociaba la falta de esos mofletes rellenitos con períodos de escasez que todos querían dejar atrás. Hoy en día, los pediatras dan mucha importancia a que el peso del niño sea el adecuado desde su más tierna infancia pues son conscientes de los riesgos que conlleva el sobrepeso.
El principal problema asociado al sobrepeso infantil es su persistencia, e incluso agravamiento, en la edad adulta, lo cual se considera que se da hasta en un 80% de los casos y supone el aumento del riesgo de desarrollo de patologías asociadas como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares.
Pero no hay que esperar a que el niño crezca para que empiece a sufrir las consecuencias de su exceso de peso. De hecho, los problemas que puede ocasionar son variados y preocupantes:
- A nivel cardiovascular, el niño puede empezar a sufrir hipertensión arterial, con el agravante de que esta circunstancia no da síntomas y puede ir dañando su organismo silenciosamente a lo largo de los años.
- Tampoco dan señales de alerta las subidas de azúcar tras las comidas (hiperglucemia postprandial) y las consiguientes descargas masivas de insulina (hiperinsulinemia) que pueden ir construyendo los cimientos para que, con el tiempo, se establezca una diabetes tipo II.
- No solo se ve alterado el metabolismo de los azúcares; también se han observado en niños obesos problemas de hígado graso por una alteración en el metabolismo lipídico.
- En cuanto al aparato locomotor, los problemas como deformidades de las extremidades inferiores, pies planos, coxalgia (dolor en la cadera) y la incidencia de lesiones como esguinces, traumatismos y facturas, son más frecuentes y más difíciles de tratar con éxito en niños con obesidad .
- Tampoco el aparato respiratorio se libra de las consecuencias del sobrepeso, siendo los perjuicios más graves para aquellos niños que ya padezcan alguna patología como el asma. No está de más que se vigilen en el niño obeso si existen apneas del sueño (el niño deja de respirar durante algunos segundos mientras duerme).
- Suele ocurrir en los niños y niñas obesos un adelanto de la pubertad, con lo que alcanzan una altura definitiva menor de la esperada. En las niñas, es importante saber que hay casos de obesidad relacionados con la existencia de ovarios poliquísticos; hay que vigilar la regularidad del período menstrual a partir de la menarquia (primera menstruación).
- ¿Y qué decir de las consecuencias psicológicas? A ninguno se nos escapa que el niño obeso se ve sometido a un mayor estrés tanto por la posible presión familiar para que adelgace como por estigmatización social o burlas de los propios compañeros de clase, que lo llevan a una situación de baja autoestima pudiendo desembocar incluso en trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia o la bulimia, o en depresión.
¿Cómo aplicar las conclusiones del estudio Aladino en la práctica?
Veamos cuáles fueron estas conclusiones y si podemos hacer algo al respecto.
1. El exceso de peso es más evidente entre niños que no desayunan
Se ha demostrado que, al igual que ocurre con los adultos, la falta del desayuno influye significativamente en el aumento de peso, pues parece que, además de no activarse adecuadamente el metabolismo desde primera hora de la mañana, conduce a una alimentación más compulsiva y desordenada a lo largo del día.
Si tu hijo es de los que "no le entra nada por la mañana", ten paciencia y empieza poco a poco a darle algún alimento fácil de tomar. Por ejemplo, un poco de leche, un zumo recién exprimido (no envasado) o unas cucharadas de yogur podrán irlo habituando a ingerir alimento desde primera hora sin necesidad de que tenga que masticar mucho. Con el tiempo, verás como puedes ir introduciendo algo de pan o cereales integrales, unas lonchas de jamón o de queso e incluso fruta troceada en lugar de licuada.
Se trata de darle al tema la importancia que merece y tomar las medidas necesarias aunque nos incomoden; si es necesario, levanta al niño un poco antes y sería de gran ayuda que te pudieras sentar a desayunar con él; tu ejemplo es siempre la mejor escuela. Sé que parece mucho trabajo para incorporarlo dentro del caos mañanero, pero todo es cuestión de organización. Por ejemplo, si la noche anterior se dejan preparados uniformes, mochilas, etc, será mucho más fácil tener tiempo para empezar el día con un buen desayuno.Completa lo que hayan tomado en casa con un tentempié saludable de media mañana para llevar al colegio como una fruta o un bocadillo (ya sabes, mejor nada de bollería industrial).
2. El exceso de peso se da más entre niños que comen en casa que entre los que comen en el colegio.
¡Nos debería dar vergüenza! Así que, ¡nuestros hijos comen peor en casa que en el colegio!. No, no vale la excusa de que la comida del cole no les gusta y por eso no engordan. Si en casa comieran de una forma equilibrada, tampoco engordarían, así que el problema es que no tenemos unos buenos hábitos de alimentación dentro de nuestras casas.
Quizás las prisas nos lleven a abusar de comidas precocinadas y fritos, de postres lácteos en lugar de frutas o dejemos a su disposición salsas variadas para que puedan "camuflar" el sabor de cualquier alimento del que sepamos que se van a quejar. Por no hablar de que en el cole, antes y después de comer están jugando en el patio, mientras que en casa es más probable que coman delante del televisor y permanezcan allí o frente a cualquier otra pantalla hasta la hora de volver a clase...
Está claro que la solución no es dejarlos a comer en el cole, sino planificar un menú equilibrado e ir cambiando hábitos como el de comer delante de la tele. Quizás haya ocasiones en que puedan ir y volver caminando al cole, o puedan darle un paseíto al perro después de comer (al fin y al cabo se comprometió a cuidarlo cuando nos suplicaba por una mascota ¿verdad?),...
Seguro que a cada uno se nos pueden ocurrir alternativas para salir mejor parados en esta pequeña batalla comida en casa vs comida en el cole ;)
3. Tienen más sobrepeso aquellos niños que no tienen instalaciones deportivas cerca de casa y/o que tienen ordenador, televisor o consola en su habitación.
Es fácil de entender ¿verdad? El sedentarismo es un gran factor de riesgo de padecer obesidad tanto para adultos como para niños. Pero piensa que siendo adulto tienes opciones como desplazarte en cualquier medio de transporte a un gimnasio o a un lugar donde puedas correr o nadar, pero los niños dependen de que nosotros les inculquemos unos hábitos de ejercicio que les acompañen el resto de su vida.Es difícil llegar a casa y pensar en sacar de nuevo el coche para llevarlos a entrenar o estar pendientes de si ya han estado suficiente tiempo delante de la tele o del ordenador, al fin y al cabo, están tan calladitos... Plantéate que los hábitos de ejercicio que adquieran de niños van a marcar su vida de adulto, empezando porque la obesidad infantil es un billete casi seguro hacia la obesidad adulta.
No sacrifiques su necesidad de ejercicio por tu comodidad y sé estricto en el control del tiempo que permanecen sentados frente a una pantalla (ya hay algunos juegos para consola que fomentan al menos cierta actividad física) . Anímalo a participar en las actividades extraescolares y facilita que pueda practicar el deporte que le guste. Los fines de semana y las vacaciones, planea actividades que podáis realizar toda la familia juntos como caminatas por el monte, partidos de voleybol en la playa, paseos en bici, excursiones, ...
4. Se encuentran más niños con sobrepeso entre aquellos que duermen menos de 8 horas al día.
Un sueño adecuado es muy importante a la hora de regular las hormonas que controlan el apetito como la grelina y la leptina, y el metabolismo de los nutrientes.
Debemos ser un poco (o bastante) más estrictos con los horarios de sueño de nuestros hijos y con no dejar ningún aparato electrónico a su alcance una vez llega la hora de "apagar la luz"; en unos días habrán cogido el ritmo de sueño adecuado si somos firmes e ignoramos las quejas que, sin duda, vamos a tener que escuchar.
5. El exceso de peso es más evidente en descendientes de padres con escaso nivel de estudios y/o bajos ingresos.
No hace falta que tengamos un máster en nutrición para evitar que nuestros hijos sean obesos, pero sí que está en nuestras manos hacerles las revisiones oportunas con su pediatra, seguir sus indicaciones e informarnos básicamente sobre lo que es una alimentación saludable.
Como siempre digo, no hace falta saber de todo; a mí no se me ocurre trastear en el motor del coche, pero sí sé mirar los niveles de aceite o la presión de los neumáticos, para cualquier otra cosa están los profesionales. Pues lo mismo ocurre con la alimentación: tienes profesionales cerca para consultar las dudas que puedas tener y no dejar en manos del último "gurú de la alimentación" que esté de moda en Google la salud de tu familia.
Cada vez hay más padres que me traen a sus hijos a consulta simplemente para evaluarlos y ver si están comiendo de manera adecuada para su edad y circunstancias. Es frecuente que quieran que explique al niño cómo debe comer, aunque puedan hacerlo ellos, ya que siempre prestan más atención si no es papá o mamá quien se los dice ;)
¿Con qué nos quedamos?
Empieza un nuevo curso y con él una oportunidad fantástica para que nuestros hijos adquieran buenos hábitos que les alejen de esta peligrosa epidemia de graves consecuencias que es la obesidad infantil. Con medidas sencillas podemos evitar problemas que pueden llegar a ser muy complicados, así que ¡no lo dejes pasar!