En mi nueva situación apenas me muevo. Puedo salir a dar un paseo, pero si lo hago lo acuso bastante, así que dosifico mucho mis energías y sólo salgo para llevar y traer al Chiquinini a la guardería, que está a cinco minutos de reloj de casa. Un lujo del que por otra parte estoy disfrutando un montón. Mamá al 100 %.
En estos días ha llamado mi atención el que haya un niño en la clase del Chiquinini que tras dos meses de curso, sigue llorando todos los días. No sé si llora toda la mañana, imagino que no y que tendrá sus ratos...pero al dejarle allí llora, y cuando le recoge su madre, es obvio que ha estado llorando. Lleva tres chupetes para ayudarle a calmarse.
No creo que la madre de este niño haya cometido ningún error garrafal para que el niño actúe así. Más bien creo que cada niño es diferente y asume las situaciones y los cambios de manera diferente. El inicio de la guardería o el cole les puede costar a unos más que a otros, es lógico.
Pero si después de dos meses el niño llora y llora cada día desconsoladamente, para mi la situación es como para pararse a pensar. Algo pasa, y el insistir en dejar al niño en el cole/jardín de infancia quizá sólo esté agravando la situación. Me pregunto qué habría hecho yo en ese caso y creo que habríamos dejado la guardería, creo que no lo soportaría yo tampoco, y sobre todo creo que el soportarlo no aporta nada bueno. Estoy hablando de un niño de dos años, de modo que aún no asiste a primaria, y de una madre que no trabaja fuera de casa. Es decir, que aunque no conozco sus circunstancias personales es posible que tenga la opción de elegir.
Pienso que en ese caso yo daría marcha atrás y volvería a intentarlo pasados unos meses, porque unos meses cuando los niños son tan pequeños a veces marcan grandes diferencias y pueden cambiar mucho las cosas. El niño puede ganar en seguridad, madurar, etc. Y quizá dentro de unos meses sería todo más fácil. En cambio, insistiendo tanto ahora puede que el daño y el recuerdo del niño sea peor.