Yo hoy cambio las tornas, cambio de bando y me paso al lado oscuro. Al lado divertido.
Déjate el corazón en todo lo que hagas; es más, apuesta corazón, alma y hasta la piel. Porque lo que no des hoy, no lo podrás dar mañana. Si no te lo han dicho, entonces te lo digo yo: este momento que estás viviendo, en el que estás leyendo estas palabras que he parido, este preciso instante no va a volver. No lo olvides, míralo con melancolía. Porque ya se ha ido. Y otra vez, y otra, y otra. El tiempo es el mejor regalo que podemos dar, y tú, ahora, sin saberlo, me lo estás regalando a mí.
A cambio te doy el mejor consejo que me nace: déjate el corazón.
Nadie te lo ha dicho, pero el corazón se reconstruye. Brota de nuevo después de la caída. Porque nadie se ha muerto de un corazón roto, y si piensas en ello, todos los días se quiebran unos y vuelven a resurgir otros. Más fuertes, más sanos. Porque cuando no ganas, aprendes. Y cuando te rompen, la lección es todavía mayor.
No hay nada más triste en esta vida, que ya de por si es bastante lamentable, que dejar las cosas a medias. Te han dicho siempre que no dejes comida en el plato, que termines la pasta de dientes y el champú antes de tirarlos y que hagas los deberes hasta el final. ¿Por qué obedeces a todo aquello, cuando amar hasta el fondo es más sencillo?
Te han dicho siempre que no des todo de ti, que saldrás dañado, que intentarán sacar provecho, que cogerán tu amor y lo retorcerán hasta que el dolor emocional sea tan fuerte que solo el dolor físico lo calme.
Y una mierda.
Déjate el corazón, por favor te lo pido. Dalo todo de ti, hasta que no te queden ni los huesos. Porque sino te vas a arrepentir. No hay peor sensación que vivir sabiendo que parte de ti se quedó en el camino. Ama hoy todo lo que puedas, porque ese amor mañana será diferente. Ni mejor, ni peor, diferente.
Lo que nunca te han dicho es que, amor que das, amor que recibes.
Porque, queridos míos, el amor es energía. Y como tal, ni se crea ni se destruye. Se transforma. Y siempre vuelve. Quizá no de la misma forma, quizá no en el mismo formato, pero nunca se pierde.
Por eso, déjate el corazón en todo lo que hagas, porque no va a haber errores, ni decisiones equivocadas. La vida seguirá porque es lo único que no podemos detener, y seguirán ocurriendo cosas, y seguirán rompiéndose corazones. Pero volverán, más fuertes, más sanos.