Revista Psicología

Del amor a Nokia y otras lecciones

Por Paulo Mesa @paucemeher
Del amor a Nokia y otras lecciones

He decir que mi primer móvil fue un Nokia 5125. Eran los comienzos del año 2001 y me lo regaló mi hermana. Exactamente diecisiete años después sigo guardando una mezcla de cariño, admiración y nostalgia por este aparato que me acompañó durante unos asombrosos tres años hasta que ya por cuenta propia me embarqué en un Sony Ericsson que también me duró otro tiempo.

Aún me causa asombro la calidad y potencia de la señal de este equipo, aparte de su resistencia y confiabilidad. De verdad que era un producto de calidad. Era pesado, voluminoso y complicado de cargar, casi un arma contundente, pero eso no le quitaba su magia; con mi Nokia 5125 sentía que podía ir a la guerra en el mundo de las comunicaciones personales, me sentía respaldado.

En mi vida, luego del 5125, tuve otros tres modelos de Nokia que no recuerdo del todo bien. Solo alcanzo a recordar el último que tuve, un Nokia E65, que fue una extraña y más o menos engorrosa transición al smartphone que no prosperó ante el embate de Blackberry. Este equipo me duró unos impresionantes cuatro (4) años, antes de regalárselo a mi mamá para que lo siguiera usando. Esta introducción que hago es para refrendar que soy un usuario "autorizado" para opinar sobre Nokia y para comentar por qué después de pasar por dos Motorola, un Samsung y dos Huawei, sigo teniéndole fe al renacer de Nokia.

¿Qué le pasó a Nokia?

Creo que fue la suma de varias circunstancias del tipo "que no le pase a usted". Aquí me atrevo a hacer varias inferencias como usuario:

  • Cáscara antes que software: Pensando en épocas, podría decir que la mayoría de modelos funcionaba más o menos igual (software). Tenían pequeñas diferencias en características y detalles de fábrica (hardware), pero en esencia eran relativamente parecidos. Conforme fue pasando el tiempo, llegaron las pantallas a color y pasamos del menú de texto a los íconos gráficos. La situación no varió mucho; yo tenía mi modelo, mis amigos otros modelos, fui cambiando de equipo, pero el software permanecía casi sin variación; solo cambiaba la cáscara. Para cuando surgieron los smartphones creo que Nokia padecía de una mezcla de rezago, desinterés y confusión en cuanto al valor del software.
  • Se volvió del montón: La llegada de los nuevos equipos y las tecnologías más abiertas, pronto hicieron que el Nokia se viera como un equipo "del montón", sin una propuesta de valor clara ni nada que lo diferenciara. El nuevo juego se llamaba innovación y Nokia se dedicó a acomodarse y vender porque parecía no tener rival. De hecho, en Colombia a este tipo de equipos (no-inteligentes) les decimos "flechas", haciendo alegoría a las armas primitivas.
  • Llegó tarde a la fiesta y llegó mal: Mi Nokia E65 (y en general los subsiguientes) no comprendieron la revolución que se gestaba. Eran lentos, de pantallas básicas y llenas de cosas; navegar en internet era complejo y ni qué decir de tratar de pescar una red inalámbrica. Aparte de eso, llegó después a la fiesta en compañía de alguien (Microsoft) que nadie quería y que lo único que hizo fue sentarse a fruncir el ceño y hacer quedar mal a Nokia. Nos empezó a aburrir a todos.
  • Nokia se volvió inservible: A falta de una oferta de valor clara, los equipos de Nokia empezaron a verse como inservibles, como la salida barata cuando necesitas algo solo para hacer llamadas de voz (cada vez más raras...) y ni así, porque los nuevos equipos cada vez permitían hacer más y más cosas, todo en uno ¿Quién quería comprar un Nokia? Te dejaba con cierto sentimiento de estafa. Ni hablar de la "fijación mental" que tenían con su SO Symbian y luego con el "autismo" del Windows Mobile.

Nokia vendiendo flechas: ¿Podrá revivir?

Quizás sea un arma de doble filo, con sus luces y sombras. Por un parte puede ser una vía para mantener la marca viva en el Mercado, a diferencia de lo que pasó a Motorola que prácticamente se desapareció antes de volver a surgir. Lo otro que puede servir, es actuar como palanca financiera para mantener la empresa a flote con un flujo de caja sano que le permita reinventarse.

De otro lado, el riesgo de que haga ver persistentemente la marca Nokia como el commodity de los teléfonos móviles y que, con el mismo rasero, se juzguen sus smartphones en un mercado ya de por sí bastante competido y con jugadores relevantes. Adicionalmente, los vaivenes de la compañía no dan señales claras de que hayan comprendido la lección de que el mercado de hoy valora el software y las características especiales que traen los equipos. Confío en que pronto cambien de parecer.

Ya he tenido que echar a la basura (literalmente) dos Motorolas, un Samsung y un Huawei. Los Nokia siempre los pude regalar viejos y en buen estado. Eran buenos equipos de calidad insuperable. Espero verlos de vuelta con el mismo espíritu durable y sin la sombra de la obsolescencia programada que caracteriza a sus competidores...

Nota: este texto es la reescritura de la respuesta que di a un trabajo dentro un master que estoy haciendo acutalmente...

🙂


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