Así como hemos experimentado el amor, seguramente también hemos conocido el desamor. ¿A quién le han roto el corazón alguna vez? La finalidad de este artículo, continuación de “El cerebro enamorado” será el saber ¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando sufrimos por desamor? ¿Por qué el odio está tan ligado al amor? ¿Que puedo hacer para recuperarme más rápido?
El sentirnos enamorados de otra persona puede llevarnos a experimentar una gran felicidad cuando ese amor es igualmente correspondido y podemos generar una dependencia mutua en la que ambas partes nos sentiremos plenos, felices y motivados, sin embargo también podemos experimentar una gran tristeza si somos rechazados por ella o por el.
El desamor es un sentimiento tan universal como el amor. El amor y el desamor tienen mucho en común ya que en los dos casos experimentamos emociones muy intensas y es que las mismas sustancias que se activan cuando estamos enamorados, también se activan con el desamor aunque con más intensidad lo que provoca que aumente nuestra obsesión por la persona amada, por lo tanto también nuestro deseo por retenerla.
Comenzamos a vivir el desamor cuando esperamos con ansias la llamada de esa persona y nunca llega, cuando sabes que ha leído el whatssap que le enviaste y nunca obtuviste una respuesta, cuando comienzas a notar que ya no eres importante para el o ella, comienzas a sufrir al darte cuenta que ya no puedes llamar su atención de la manera en que lo deseas, entonces también empiezas a desesperarte. Lo que ocurre en esos momentos en nuestro cerebro es que la dopamina llega a regiones cerebrales en donde se genera la motivación para alcanzar recompensas y al tardar en llegar la recompensa, los productores de dopamina van a aplazar su actividad, los niveles aumentan y la motivación va a cobrar más fuerza. La recompensa se evalúa en los centros de la corteza prefrontal y si esa persona sigue evadiéndonos, se enviarán señales a la amigdala lo que provocará que también se desencadene la ira.
Generalmente poco tiempo después ocurre la ruptura de la relación, al principio la persona que ha sido rechazada se niega totalmente a aceptarlo, comenzamos a quejarnos desde el dolor que esta pérdida nos ha ocasionado y lo hacemos con ira, al grado que podemos llegar a odiar a esa persona que tanto amábamos. El amor y el odio están sumamente ligados ya que en los dos casos concentramos toda la atención a nuestro objeto de amor o de odio, concentramos también mucha energía en nuestro cuerpo, es por esto que nos puede costar comer y dormir, lo contrario a éstos sentimientos tan intensos, es la indiferencia. Después ocurre la tristeza y la depresión que es cuando la persona finalmente se rinde y esto pasa porque el cuerpo humano no puede soportar tanto desgaste energético químicamente. Al final, los sentimientos de resignación, los cuales están relacionados con el sistema de recompensa de nuestro cerebro, al detectarlo, provocará que las celulas productoras de dopamina disminuyan su actividad, es por ésto que ocurre la depresión ya que los niveles bajos de dopamina están relacionados con abatimiento y letargo. El estrés también juega un papel importante en esos momentos ya que cuando es prolongado, la dopamina, norepinefrina y cerotonina caen por debajo de lo normal y esto hace que la depresión se haga más intensa.
Los seres humanos estamos diseñados para sufrir por falta de amor y en este caso nuestro mejor aliado será el tiempo, ese nunca falla. Si te encuentras pasando en estos momentos por una situación parecida es muy importante que cortes de raíz todo tipo de contacto con esa persona, incluso si es posible dejar de frecuentar por un tiempo los lugares a los que solían ir juntos, dejar de escuchar las canciones que te recuerden a ella o a el, etc…Esto hará que de alguna manera el tiempo en el que te encuentres sufriendo por amor se haga mas reducido….¡Hasta la próxima!
Psic. Marissa Glover Aguilar