Revista Comunicación

del archivo chatarra: el "plagio" de Bioy y Cortázar

Publicado el 25 enero 2011 por Libretachatarra

En el especial de Julio Cortázar (agosto de 2004), dedicamos una sección a sus cuentos. Uno de ellos, “La puerta condenada”, es el que motiva este post. El especial puede leerse en:
http://www.superchatarra.com.ar/edanteriores/agosto2004/NUEVO0408.htm
En “Final de juego”, Cortázar incluye el cuento “La puerta condenada”, una historia fantástica, de un comerciante que se aloja en el Hotel Cervantes de Montevideo y empieza a escuchar el llanto de un niño, en la habitación de al lado. Cuando investiga, su vecina de habitación no tiene ningún niño que corresponda con el llanto que el protagonista oye en las noches de insomnio.
Lo notable de “La puerta condenada” es que el escritor Adolfo Bioy Casares escribe un cuento llamado “Un viaje o el mago inmortal” que cuenta la historia de un comerciante que escucha el estrépito de una pareja haciendo el amor, en la habitación vecina de un cuarto de hotel en el Hotel Cervantes de Montevideo. Y, como si fuera poco, no hay ninguna pareja en la habitación vecina.
Sin conocerse, sin leerse, uno a otro, Bioy y Cortázar escribieron el mismo cuento, en paralelo.
Afortunadamente, los maestros no cayeron en la sospecha y la recriminación mutua sino que se alabaron públicamente, maravillados por esas coincidencias cósmicas que nos asombran.
Los dos escritores habían nacido en 1914, eran virginianos y la respuesta de Bioy fue la mejor definición para este hecho extraordinario: “Fue una cosa extrañísima. Hubo gente que me dijo: 'Qué disgusto habrás tenido'. Y les respondí: '¿Porqué disgusto?, Creo que Cortázar y yo lo sentimos como una prueba del destino, de que éramos amigos'.
Vlady Kociancich en una nota en “Clarín” (http://www.lamaquinadeltiempo.com/cortazar/vlady.htm) agrega datos y una versión distinta a la que citamos en el especial de Cortázar de “Super Chatarra Special”. Según su versión, Cortázar cotejó con Bioy Casares en qué circunstancias se les ocurrió el cuento. Ambos estaban solos; Bioy, en Portofino, leyendo al Dante; Cortázar, en un bosque en Francia, leyendo una historia de vampiros. Ambos sintieron nostalgia de Buenos Aires y ubicaron el cuento en Montevideo, para ocultar, con pudor, su saudade porteña.
En 1973, la última vez que se vieron, Cortázar y Boy rieron recordando juntos este plagio involuntario que los unió. "Quisiera ser Bioy porque siempre lo admiré como escritor y lo estimé como persona, aunque nuestras timideces respectivas no ayudaron a que llegáramos a ser amigo” supo decir alguna vez el Cronopio Mayor, Julio Cortázar.

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