Revista Comunicación

del archivo chatarra: filiteísmo

Publicado el 20 junio 2012 por Libretachatarra
super chatarra special
Del especial dedicado a las clases de literatura de Vladimir Nabokov en Cornell (http://www.superchatarra.com.ar/edanteriores/octubre2002/NUEVO1002.htm), seleccionamos sus ácidos comentarios sobre el “filiteísmo”. Un especial que vale la pena leer y releer.
Filisteo es la persona adulta de intereses materiales y vulgares, y de mentalidad formada en ideas corrientes y los ideales convencionales de su grupo y su época.
Cursi implica esa vulgaridad refinada, de visillos de encaje, que es peor que la simple vulgaridad. Eructar en compañía será de mala educación, pero decir "perdón" después de un eructo es cursi, y por lo tanto peor que vulgar.
No es probable que exista el filisteo en una sociedad muy primitiva, aunque también en ella, que duda cabe se pueden encontrar rudimentos de filisteísmo. (...) Pero, hablando en términos generales, el filisteísmo supone cierto estadio avanzado de la civilización, donde a lo largo del tiempo se han ido acumulando ciertas tradiciones en un montón y han empezado a oler mal.
El filisteísmo no supone sólo una colección de ideas banales, sino también el uso de frases hechas, clichés, trivialidades expresada en palabras manidas. El autentico filisteo no lleva dentro más que esas ideas triviales, que componen todo su ser. Peor hay que reconocer que todos tenemos nuestros clichés; que todos, en la vida cotidiana, empleamos muchas veces las palabras no como palabras, sino como signos, moneda de cambio, fórmulas. Lo cual no quiere decir que todos seamos filisteos, pero sí que debemos estar atentos a no incurrir demasiado en el intercambio automático de perogrulladas.
De modo que el personaje al que me refiero al decir "filisteo satisfecho" no el filisteo a ratos, sino el tipo total, el burgués cursi, el producto completo y universal de la vulgaridad y la mediocridad.
El filisteo ni sabe nada ni se le da nada del arte, incluida la literatura. Su naturaleza esencial es antiartística, pero quiere información y está educado en la lectura de revistas.
El filisteo no distingue un escritor de otro; la verdad es que lee poco, y solo aquello que le puede ser útil, pero puede pertenecer a un club del libro y elegir libros bonitos.
Por amor a lo útil, a lo bienes materiales de la vida, es victima fácil de la industria publicitaria (...) Los anuncios tienden a halagar el orgullo del filisteo por la posesión de objetos.
Los rusos tienen, o han tenido, un nombre particular para el filisteo satisfecho: póshlost.

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