Hace 100 años, nacía Julio Cortázar, uno de los mejores escritores de la Argentina (en el Parnaso que comparte con Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Adolfo Bioy Casares). Cortázar es uno de los escritores preferidos de esta página y fue protagonista de un gran especial que hicimos en el entonces “Super Chatarra Special” (www.superchatarra.com.ar), el sitio precuela de este blog. El especial se llamó Yo, cronopio y reunimos mucha información sobre Cortázar:
http://www.superchatarra.com.ar/edanteriores/agosto2004/NUEVO0408.htm
De ese especial, a modo de homenaje, extractamos el artículo referido al juego de escribir, una definición del aspecto lúdico que tenía la literatura para el Cronopio Mayor:
"Para mí, una literatura sin elementos lúdicos era una literatura aburrida, la literatura que no leo, la literatura pesada, el realismo socialista, por ejemplo".
"Escribir es dibujar mi mandala y a la vez recorrerlo, inventar la purificación purificándose; tarea de pobre shamán blanco con calzoncillos de nylon"
Rayuela
"La verdad es que la literatura con mayúscula me importa un bledo, lo único interesante es buscarse y a veces encontrarse en ese combate con la palabra que después dará el objeto llamado libro".
"Toda poesía que merezca ser llamada así debe ser ante nada un juego. Toda poesía es un juego".
Mucho de lo que he escrito se ordena bajo el signo de la excentricidad, puesto que entre vivir y escribir nunca admití una clara diferencia; si viviendo alcanzo a disimular una participación parcial en mi circunstancia, en cambio no puedo negarla en lo que escribo puesto que precisamente escribo por no estar o por estar a medias.
La vuelta al día en ochenta mundos
"Por lo que me toca, me pregunto si alguna vez conseguiré hacer sentir que el verdadero y único personaje que me interesa es el lector, en la medida en que algo de lo que escribo debería contribuir a mutarlo, a desplazarlo, a extrañarlo, a enajenarlo"
(…)
"En otras ocasiones he hablado de los autores que influyeron en mí, de Julio Verne a Alfred Jarry, pasando por Macedonio, Borges, Homero, Arlt, Garcilaso, Damon Runyon, Cocteau (que me hizo entrar de cabeza en la literatura contemporánea), Virginia Woolf, Keats (pero este es terreno sagrado, numinoso, y ruego al linotipista que no escriba luminoso), Lautréamont, S.S. Van Dine, Pedro Salinas, Rimbaud, Ricardo E. Molinari, Edgar A. Poe, Lucio V. Mansilla, Mallarmé, Raymond Roussel, el Hugo Wast de Alegre y Desierto de piedra, y el Charles Dickens del Pickwick Club. Esta lista, como se comprenderá, no es exhaustiva y más bien responde a lo que la UNESCO llama el método de muestreo".
(…)
"Un escritor de verdad es aquel que tiende el arco a fondo mientras escribe y después lo cuelga de un clavo y se va a tomar vino con los amigos".
(…)
Entre nosotros el subdesarrollo de la expresión lingüística en lo que toca a la libido vuelve casi siempre pornografía toda materia erótica extrema.
Último round
Y nosotros cojemos, vos y yo cojemos, cuando leo por ahí que la gente se acopla o copula me pregunto si es la misma gente o si tiene privilegios especiales
El libro de Manuel
En la literatura sufrimos como en muchas otras cosas las desventajas de nuestras ventajas: inteligentes, adaptables, rápidos para captar los rumbos de la circunstancia, nos damos el triste lujo de no acatar la distancia elemental que va del periodismo a la literatura, del amateurismo a la profesión, de la vocación a la obra. ¿Por qué nuestros hombres de ciencia valen estadísticamente más que nuestros literatos? La ciencia y la tecnología no admiten la improvisación, el bartoleo y la facilidad en la medida que nuestros literatos creen inocentemente que lo permite la narrativa, y en cambio sacan brillante partido de nuestra mejores cualidades. En las letras, como en el fútbol y el boxeo y el teatro profesional, la facilidad rioplatense se traduce en suficiencia, en algo así como un derecho divino a escribir o a leer o a meter goles impecablemente. Todo nos es debido porque todo nos es dado; el Estado somos nosotros, el que venga atrás que are, etcétera.
La vuelta al día en ochenta mundos
(…)
La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero “Hotel de Belgique”.
Historia de cronopios y de famas
(…)
"La gran lección de Borges no fue una lección temática, ni de contenidos, ni de mecánicas. Fue una lección de escritura. La actitud de un hombre que, frente a cada frase, ha pensado cuidadosamente, no sé qué adjetivo ponía, sino qué adjetivo sacaba".
(…)
"Pero a mí me parece que entre nosotros el estilo es también un problema ético, una cuestión de decencia. ¡Es tan fácil escribir bien! ¿No deberíamos los argentinos (y esto no vale solamente para la literatura) retroceder primero, bajar primero, tocar lo más amargo, lo más repugnante, lo más obsceno, todo lo que una historia de espaldas al país nos escamoteó tanto tiempo a cambio de la ilusión de nuestra grandeza y nuestra cultura, y así, después de haber tocado fondo, ganarnos el derecho a remontar hacia nosotros mismos, a ser de verdad lo que tenemos que ser?".
(…)
Como los escribas continuarán, los pocos lectores que en el mundo había van a cambiar de oficio y se pondrán también de escribas. Cada vez más los países serán de escribas y de fábricas de papel y tinta, los escribas de día y las máquinas de noche para imprimir el trabajo de los escribas.
Historia de cronopios y de famas
(…)
"El humor de Bioy, por ejemplo, me gusta mucho porque, al igual que el humor de Borges, es de directa raíz anglosajona, y no se puede negar que los ingleses son, no diré los inventores, pero sí los usuarios más geniales del humor en la literatura".
(…)
"Citar es citarse".
Último round
(…)
"No me consideraré jamás un escritor profesional. Yo soy un aficionado que escribe cuentos y novelas".
"Lo primero que me sorprendió leyendo los cuentos de Borges fue una impresión de sequedad. Yo me preguntaba: '¿Qué pasa aquí? Esto está admirablemente dicho, pero parecería que más que una adición de cosas se trata de una continua sustracción'. Y efectivamente, me di cuenta de que Borges, si podía no poner ningún adjetivo y al mismo tiempo calificar lo que quería, lo iba a hacer. O, en todo caso, iba a poner un adjetivo, el único, pero no iba a caer en ese tipo de enumeración que lleva fácilmente al floripondio. Entonces, yo fui un poco el centinela de mi propio lenguaje, desde muy joven".
A mí me parece que no es con pasar del calor del crisol al de la cancha de Racing que haremos nuestra literatura. Un Roberto Arlt escribía idiomáticamente mal porque no estaba equipado para hacerlo de otra manera; pero tener una cultura de primera fuerza como suelen tenerla los argentinos y caer en una escritura de pizzería me parece a lo sumo una reacción de chiquilín que se decreta comunista porque el papá es socio del Club del Progreso.
La vuelta al día en ochenta mundos
"Me considero sobre todo como un cronopio que escribe cuentos y novelas sin otro fin que el perseguido ardorosamente por todos los cronopios, es decir su regocijo personal".
(…)
"Yo soy muy visual. Mientras estoy escribiendo yo veo perfectamente la escena".
(…)
"La poesía es un poco mi juego secreto, la guardo casi enteramente para mí".
(….)
"Me consideraré hasta mi muerte un aficionado, un tipo que escribe porque le da la gana, porque le gusta escribir... La literatura ha sido para mí una actividad lúdica, una forma de amor".
Y me gusta, y soy terriblemente feliz en mi infierno, y escribo.
La vuelta al día en ochenta mundos
fuente: http://www.superchatarra.com.ar/edanteriores/agosto2004/6.htm