Rosa Elena Quiñonez B.
A pesar de ser usuaria de las “cableguerra” (según algunos) Sofía es adicta a dos canales: “Plomo y Veto” pues le encanta como mediáticamente el uno monta y el otro desmonta en viceversa.Pocos son los momentos que logran desintoxicarla, entre esos la irresistible brisa del mes de abril. Ya en época, Sofía se dispone a sacar su entumecido cuerpo y cuando estaba a punto de equilibrarse, es interrumpida por un sonoro megáfono anunciando la segunda función del “Hemicirco”.
Con esa palabra retumbando en su cabeza, Sofía se devuelve a su contaminado espacio y desvía su camino al viejo armario para sacar y desempolvar su mejor traje, arregla un poco el desorden acumulado y después de muchos días retoma el baño. Inquieta, Sofía cuenta las horas y ya próxima, corre a toda prisa hacia el Hemicirco. Una vez allí, perpleja contempla la majestuosidad del mismo, nada parecido a los circos de carpas deslucidas y gradas rotas, pasa inadvertida y saluda sin respuesta a los actores que concentrados leen en sus laptops los libretos. Ya sentada en el fino palco, Sofía observa a su alrededor y su atención es atraída por el misterioso “hombre casco”, algo así como la versión desmejorada de “Robocop” con lentes. Luego de una tensa calma, se escucha la voz “descabellada” del presentador abriendo el espectáculo y acto seguido se presenta un “mimo Lusinchesco” que pareciera decir dramáticamente con su mano derecha a mí no me j….”, de inmediato, un imitador o imitadora de “los tacones de Eva” toca con pasión una estridente bocina que libera un gas mágico para hacerlos danzar a lo King bóxer, salvo algunos actores más nerviosos que bailan como Pedro el escamoso. De una esquina aparece un luchador de sumo ataviado con un tricolor de 8 estrellas que se avalancha hacia los actores con su puño demoledor, y de la otra, un actor experto en halterofilia vestido con 7 estrellas lanza una silla de utilería a los actores, Sofía queda impresionada al ver con que realismo han mejorado las de anime. Entre pitos y vuvuzelas empieza la hora loca. De un lado emerge una pancarta con lo que pareciera ser el nombre de la obra: “Golpe para lamentoso”. Un actor cae desmayado, otro aparece maquillado y una bailarina de ballet con nariz perfilada es tirada al piso por una fisicoculturista.
Así termina la obra circense entre gritos y el aplauso de Sofía, quién poco satisfecha decide marcharse sin pedir autógrafos. A la salida su mirada se topa con el cartel de la función pasada: “El fantasma inalámbrico”, sigue su marcha y ya en su pequeño espacio cae rendida a la cama, se levanta a las 12 del mediodía siguiente y sin cepillarse como es rutina, Sofía prende la tele, para su sorpresa, en su pantalla dividida, las actrices del Hemicirco declaran con collarín anunciando la próxima función.
Que esta historia no continúe…
La autora es: Periodista