Mary vive con su familia en una granja de la Inglaterra rural de 1830, tiene el pelo del color de la leche y nació con un defecto físico en una pierna, pero logra escapar momentáneamente de su condena familiar cuando es enviada a trabajar como criada para cuidar a la mujer del vicario, que está enferma. Tendrá entonces la oportunidad de aprender a leer y escribir.
Sin embargo, sólo le queda el poder de contar su historia para tratar de encontrar sosiego en la palabra escrita.
Título original: The colour of milk Edición: 1ª ed.Publicación: Madrid: Sexto piso, 2013Descripción física: 174 p., 23 cm.ISBN: 978-84-15601-34-0CDU: 821.111-31"19"Signatura: N LEY colPrecio: 16 euros en la Casa del Libro
LUCES Y SOMBRAS
Hasta hace poco no me sonaban de nada ni esta novela ni su autora, pero hace unos cuantos días leí una reseña en el blog de matiba y la historia me llamó la atención. Casualmente, la semana pasada mi amiga Esther me comentó que se la había comprado por Wallapop a una chica de Madrid pero había que recogerla en persona porque esta chica no enviaba la novela, así que aprovechando que quedé en recogerla yo y que Esther me dio permiso, me la leí antes de enviársela. También es cierto que es un libro bastante corto y se lee rápido; creo que sumando los ratos sueltos en los que lo leí, no llegó a las tres horas el tiempo total.
Nunca lo he vivido en primera persona pero sí conozco a gente que vive en el mundo rural; y tengo claro que hoy en día es una vida dura. Así que entiendo que más lo sería aún en la Inglaterra de mediados del siglo XIX, y todavía más para Mary, que trabaja de sol a sol en la granja de sus padres, que tiene el pelo del color de la leche y que además es la más lenta de sus hermanos, ya que nació con un defecto en una pierna. Ninguno de ellos ha ido nunca a la escuela, porque para la vida que llevan, en realidad no hay nada de lo que puedan aprender en la escuela que les vaya a servir en su día a día; y su padre no puede permitirse que pierdan ni una jornada de trabajo. A pesar de que Mary se esfuerza por ser igual que sus hermanos, su padre acaba decidiendo que será mejor que en lugar de trabajar en la granja se traslade a la casa del vicario, donde se dedicará a cuidar de su mujer enferma. Eso sí, en lo que nadie la iguala es en la mordacidad, y es que Mary no sólo tiene una lengua muy larga, sino que por lo general dice lo primero que le pasa por la cabeza, sin tener en cuenta nada más; en eso se parece mucho a su abuelo, que también vive con ellos en la granja.
El día que Mary se traslada a la casa del vicario se encuentra rara, desubicada, en un ambiente al que siente que no pertenece. Poco a poco se irá acostumbrando a su nueva vida, sobre todo desde que descubre que a la mujer del vicario le ha caído en gracia; supongo que no está habituada a que la mayoría de la gente a la que conoce sea tan directa como Mary, que no tiene pelos en la lengua. En su nueva casa, será donde nuestra protagonista descubrirá el poder de las palabras; aprenderá que lo que ella ve en los libros no son manchas, sino palabras que componen frases, que a su vez componen historias. Y será así como ella misma nos cuente la suya, una historia escrita sin utilizar para nada las mayúsculas y con un lenguaje claro, sencillo, infantil, como la propia Mary. El relato irá dando saltos en el tiempo, y es que Mary narra en el momento presente unos hechos que ocurrieron en su vida en un pasado no muy lejano: en la primavera anterior, para llegar después al verano, al otoño, al invierno y de nuevo a la primavera, momento en el que ella está escribiendo su historia, en un lugar que no puedo desvelar no sólo para no chafar la historia sino porque me dejó impactada ese final.
Será a través de los ojos de Mary como conoceremos al resto de personajes: un padre un poco déspota y desconsiderado con sus hijas; unas hermanas que, a pesar de serlo, no se parecen prácticamente nada entre ellas; una madre sumisa; un abuelo al que adora; y un vicario absolutamente hipócrita, cuya mujer está enferma y triste, y cuyo hijo es un completo egoísta. Y será muy fácil seguir el hilo de la historia, precisamente porque el lenguaje que emplea es como ella, sencillo y directo. Reconozco que en un primer momento me llegó a desesperar un poco la forma de ser de Mary, tan bruta para decir las cosas, aunque a veces yo peco de lo mismo; pero en pocas páginas la lectura me consiguió absorber tanto que hasta perdoné el hecho de que no hubiera en todo el libro ni una sola mayúscula. Claro que hay que tener en cuenta que nuestra protagonista ha aprendido a leer y escribir hace nada, y hay cosas que aún no sabe, como que después de los puntos hay que poner mayúsculas. Y con su relato conseguirá que nos metamos un poco en su piel y que lleguemos en muchos momentos a sufrir por ella.
En definitiva, una historia que, como le dije a Esther, es bastante dura pero que se lee muy bien. Y sobre todo que me alegro de haber leído, aunque haya sido un poco de casualidad, porque me ha gustado bastante más de lo que en un principio esperaba.