Por Luis Conde
Albert Boadella es, sin duda, una
personalidad de la Cultura y el espectáculo que nunca
defrauda las expectativas. Tanto en el teatro, su ámbito
natural, como en este caso, un nuevo libro basado en tres
años de notas de dietario.
Con el título de Diarios de un francotirador, ofrece en Espasa doscientas veintitrés
lúcidas páginas recopilando lo escrito en tres años, de
2009 a 2012. Lo subtitula “Mis desayunos con
ella”, porque asegura son notas a vuela pluma escritas en
fichas y post-its durante los desayunos relajados con
su esposa, que luego vuelca en su blog Joglars.
Como a lo largo de los textos se
encarga bien de recordar que vive exiliado en Madrid, luego
de su abandono laboral y emocional de Cataluña, no deja
títere con cabeza entre sus antiguos patrocinadores y luego
perseguidores: La Generalitat y muchas otras instituciones
autonómicas. También de la sociedad civil catalana. Como
los conoce bien, ahonda en sus críticas.
Estos escritos de descargo,
redactados entre sus 66 y 69 años, son un cuaderno de
quejas como los redactados en París antes de la Revolución
de 1789.
Atrabiliario y contradictorio como
se reconoce, abunda en reflexiones sobre la función del
teatro en la sociedad y cómo él y su grupo lo cumplieron
durante más de medio siglo en España. Y los problemas que
ahora tienen.
Como buen burgués contestatario
del franquismo, explica su evolución y de paso arremete
contra los “progres” que no lo hicieron y siguen
enquistados en sus esquemas doctrinales. No se priva de
criticar al Gobierno y sus líderes.
Hay páginas muy divertidas e
ingeniosas, pese a la reiteración taurina y antitaurina, que
le ha hecho elegir una taberna madrileña ad hoc
para presentar el libro a la prensa vestido con traje de
faena y sirviendo, a quien quisiera, una caña de cerveza
bien tirada.
El libro, pues, es una ventana
abierta a los vientos liberales y la opinión pública,
desde una mente inquieta, independiente y satírica. Se lee
con una sonrisa en los labios y deja poso sobre cientos de
asuntos discutidos y discutibles. Un gozo.