Del fomento de la curiosidad intelectual

Está claro que hacen falta asignaturas como filosofía, literatura, historia del mundo, historia del arte o música, y que el gobierno debería mantenerlas en los planes de estudio en los niveles y a las edades que los expertos en educación consideren adecuados, pero hay una cosa que el gobierno o los expertos no pueden proporcionar: un espíritu, en el niño y en el adolescente, curioso, interesado por el conocimiento, para que él llegue a buscar incluso, por su cuenta, ampliar los conocimientos que le impartan en clase. Es tarea de los padres fomentar este espíritu. Los maestros, los pedagogos, no pueden hacerlo todo. Estoy agradecido a mi madre porque de pequeño puso a mi alcance versiones para niños del Quijote, de la Iliada o de la Odisea, libros sobre el cuerpo humano o sobre los dinosaurios, libros de poemas para niños de poetas como García Lorca, Antonio Machado o Lope de Vega. Hay aún hoy día, en las librerías, libros adaptados a cada edad que hacen atractiva la cultura. Padre, madre, pregunta a tu librero, para eso están.