Del fútbol y su liturgia

Que el fútbol siempre tuvo su mística y su liturgia es algo más que evidente. Hoy, un diario deportivo nacional ofrece una información que para algunos puede resultar banal. Sólo uno, de los 20 equipos que conforman la Primera División española, posa aún al estilo tradicional para las fotografías pre-partido: el Athletic Club de Bilbao.

Es éste un deporte que destila sus costumbres a modo de sacerdocio. Durante mucho tiempo –y quizás todavía– me costó ver ciertos números en el dorsal de los jugadores. Ibas al campo, o veías un partido en televisión, y sabías que el 8 era el interior derecho, el 5 el defensa central y el 11 el extremo izquierdo. Hoy, los dorsales apenas te sirven para identificar al jugador, pues quizá sólo en eso sea en lo que se ha ganado algo. Claro que, para los más despistados, al número lo corona el nombre del susodicho.

Lo de la pose para la foto es también cultura balompédica. Antaño, arriba y de pie, formaban el portero, los tres defensas y los dos medios. Y abajo, los cinco delanteros. Eso era en aquel entonces. Por ello, y fruto del efecto de la fisonomía fotográfica, muchos recitaban las delanteras de carrerilla, como aquella impresionante del Real Madrid en la temporada 1958-59 con Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento o la mítica en mi Athletic, con Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza. Mas hoy, todo es un totum revolutum de padre y muy señor mío, añadiendo que algunos se sitúan sin orden ni concierto y, en la parte de abajo, muy ligeramente flexionados, como prestos a salir pitando como una exhalación.

El fútbol, como casi todo en esta vida, tiene su propia liturgia. Se empieza por pequeños detalles pero, si poco a poco acabamos con ella, llegará un día en que a este todavía deporte no lo conozca, como dijo el otro, ni la mismísima madre que lo parió.