Mengen, Alemania.
Basilio fue un seglar muy conocido en la iglesia de Ancyra, Turquía, por lo cual, legado al poder Juliano el Apóstata, fue apresado y llevado ante el Gobernador Tárvilo. Ante este declaró que era cristiano y que estaba dispuesto a padecer por Cristo. Fue sometido a la horca, aunque sin dejarlo morir, el cual era un tormento frecuente, que constaba en cortar la respiración algunos minutos al condenado, para hacerlo desesperar y luego aflojarle el cuello. Así varias veces hasta lograr lo demandado, la apostasía en el caso de los cristianos.Luego de este tormento, en el cual Basilio no decayó, fue trasladado a Constantinopla, para juzgarle junto a muchos cristianos de todo el Imperio. Allí fue sometido a la flagelación y al fuego, pero igual no renegó de Cristo. También fue metido en una olla de aceite hirviendo, que sobrevivió. Finalmente fue arrojado a los leones, entre cuyas fauces ganó la corona del martirio. Los cristianos recogieron su cuerpo y le enterraron piadosamente, y una vez llegada la paz, le dedicaron una iglesia a su memoria.
Su persona se confunde con la de otro San Basilio de Ancyra (22 de marzo), pues los tormentos son similares, lo cual no es de sorprender, siendo del mismo tiempo y lugar. Los investigadores no se ponen de acuerdo sobre si son dos santos o es el mismo. En el cielo lo sabremos.
A 2 de enero además se celebra a
Santa Eufrosina, virgen carmelita.
San Isidoro de Zaragoza, obispo y mártir.