Se
entiende la indignación de miles de aficionados en Murcia y Cartagena por el
triste devenir de sus equipos. Y el desencanto que tal estado de ánimo amarga a
tantísimos seguidores. Pero son dos casos diferentes con origen similar y
desenlace parecido.
Los
indignados futboleros deberían tener en cuenta la pregunta final. De acuerdo,
que los señores Samper y Gómez abandonen sus responsabilidades,
pero ¿quién pondrá después los cuartos? Y es que, la mayoría de aquellos
tampoco aguantarían que el Real Murcia y el ‘Efesé’ Cartagena jugaran con lo
que diera la mata. Porque, de lo contrario, no harían falta amos que vinieran a
pastorearnos. Bastaría con que unos cuantos buenos aficionados cogieran las
riendas de esos equipos y apostaran por los chavales de la cantera, con algún
que otro refuerzo de lustre, y rodeándose, eso sí, de gente del fútbol que sí
saben cómo manejar esos cotarros. De tal manera no habría que confeccionar
presupuestos millonarios con ingresos supuestos que casi nunca se cumplen y
gastos desmesurados que tienen por su propia naturaleza a incrementarse en
cuanto el carro se tuerce.
En
el Murcia no ha habido presidente en su historia que haya puesto el dinero que
Samper le ha inyectado a lo largo de su luengo mandato. Otros hicieron lo que pudieron
con dispar fortuna y algún arruinado por tal causa. Aunque también es verdad
que los muchos cuartos no han servido tampoco para sacar al club de su
sempiterna condición de equipo ascensor. Y se podrá decir que en la historia
antigua era de la plata al oro y en la más reciente entró también el bronce y
hasta la hojalata en su devenir, pero, en definitiva, no se ha consolidado en
Primera División que es donde debería estar por muchas cosas. En todo caso,
somos muchos los que añoramos aquellos tiempos en los que más de la mitad de su
plantilla estaba formada por canteranos que a la postre tenían al equipo en
mejor situación que la actual y reciente.
Y
también se le podrá decir a Samper que no entiende de esto, que le falta fortuna o que no sabe rodearse de
buena gente, pero no que sea tonto. Alguien que ha llegado a su posición no lo
puede ser y, además, está aquí por algo. Por eso estoy convencido de que si por
él fuera tendría al equipo instalado con los mejores de España; el Murcia es
menos ruinoso en primera que en cualquier otro escalón. Y
de cuartos sí entiende el madrileño.
Situación
diferente es la del Cartagena. Ya el año pasado algunos sospechamos que a Gómez
le convenía el equipo en 2ª B, y éste lo ha confirmado. Porque, como el
anterior, ha demostrado con creces los mismos desméritos futbolísticos y
tampoco se le puede llamar tonto. Él sabe muy bien que no tiene detrás el
apoyo, la masa social ni la posibilidad de crecimiento suficiente para que no
le cueste demasiado dinero mantener a un equipo puntero en segunda. Y con el
dinero que cogió al bajar la temporada pasada podía hacer un equipo que
mantuviera la ilusión de los realmente incondicionales. ¿Subir éste año?
¡Hombre! Echando al técnico cuando empezaba lo serio, donde había que ganar
antes que jugar con exquisitez, no era lo más apropiado.
El
origen del aterrizaje de Samper y Gómez en Murcia y Cartagena es similar:
aprovechar los años bonancibles para obtener rentabilidades empresariales por
su aparente generosidad deportiva. El final también ha sido el mismo: más
sombras que luces durante años y el último petardo de esta temporada. Y en
medio el mismo accidente: la llegada de las vacas flacas. A ambos le han
faltado unos años más de buen viento para arribar al puerto que imaginaban,
pero se ha llovido el patio y vislumbramos tempestades muy preocupantes para
ambos clubes.
¿Qué
podrían venir paisanos que lo están haciendo bien en otros sitios? Qué duda
cabe. Ahí están Granada y Almería para demostrarlo, pero habría otra pregunta
clave: ¿Les hubieran dado a ellos los políticos y sus arrimados las mismas
facilidades iniciales que les dieron a estos forasteros? La historia dice que no. Lo aprendí en propias
carnes hace veinte años.
Finalmente, no creo en los ‘amos
ponedores’ ni en los ‘sacapanzas palqueros’ que se les arriman y a los que
utilizan lastimosamente. Tampoco en los clubes hechos sólo con dinero. Sí en el fútbol de cantera, con refuerzos. Hay
ejemplos admirables.