A UNA NINFA
Ninfa eres,
para mí adorada,
sueño sin fortuna,
jamás cumplido,
destino con dolor
siempre negado,
afán secreto,
tarea arriesgada.
No traicioné
a quien me era dada,
por esposa y compañera,
así elegida,
pero soñé con tu
amor prohibido
y en justo castigo
mi alma fue anegada.
Pero ni dioses
ni martirio me impiden
ya, volver a
soñar con besar
tus bellos senos
ahora que sé
que todo es humo.
Así pues espero
el momento
en que tras vernos
me desnuden
tus manos
y me arrastren
a perderme entre
tus muslos.
tan oscuros.
Néstor David Ramírez (1906-1975)
Poeta sefardí