EL ODIO
Miren qué buena condición sigue teniendoqué bien se conservaen nuestro siglo el odio.Con qué ligereza vence los grandes obstáculos.Qué fácil para él saltar, atrapar.No es como otros sentimientos.Es al mismo tiempo más viejo y más joven.Él mismo crea las causasque lo despiertan a la vida.Si duerme, no es nunca un sueño eterno.El insomnio no le quita la fuerza, se la da.Con religión o sin ella,lo importante es arrodillarse en la línea de salida.Con patria o sin ella,lo importante es arrancarse a correr.Lo bueno y lo justo al principio.Después ya agarra vuelo.El odio. El odio.Su rostro lo deforma un gestode éxtasis amoroso.Ay, esos otros sentimientos,debiluchos y torpes.¿Desde cuando la hermandadpuede contar con multitudes?¿Alguna vez la compasiónllegó primero a la meta?¿Cuántos seguidores arrastra tras de sí la incertidumbre?Arrastra solo el odio, que sabe lo suyo.Talentoso, inteligente, muy trabajador.¿Hace falta decir cuantas canciones ha compuesto?¿Cuántas páginas de la historia ha numerado?¿Cuántas alfombras de gente ha extendido,en cuántas plazas, en cuántos estadios?No nos engañemos,sabe crear belleza:espléndidos resplandores en la negrura de la noche.Estupendas humaredas en el amanecer rosado.Difícil negarle patetismo a las ruinasy cierto humor vulgara las columnas vigorosamente erectas entre ellas.Es un maestro del contrasteentre el estruendo y el silencio,entre la sangre roja y la blancura de la nieve.Y ante todo, jamás le aburreel motivo del torturador impecabley su victima deshonrada.En todo momento, listo para nuevas tareas.Si tiene que esperar, espera.Dicen que es ciego. ¿Ciego?Tiene el ojo certero del francotiradorY solamente él mira hacia el futurocon confianza.Wislawa Szymborska (1923-2012)
poeta polaca