LA VENGANZA DE DON MENDO (Fragmento)
– Primero me arranco la vida.
¿Voy a verla! Sí. ¿Qué incoa
mi espíritu? Lo que incoe
ya mi cerebro corroe.
¿Mas qué importa que corroa?
¡Aspid que en mi pecho roe,
prosigue tu insana roa
que aunque soy digno de loa
no he de ser yo quien se loe!
¡Fuerzas, cielos, porque al vella
querré matalla y mordella
y eso sería delatalla!
¡Juro a Dios que he de miralla
y escuchalla sin vendella!
Mas si juré no perdella
también vengarme juré
en la infausta noche aquella.
Y he de vengarme; sí, a fe.
¿Mas qué haré, qué intentaré?
¿Cómo vengarme podré
si lo que juré, sé que
lacra mi boca y la sella?
¡Cómo, ¡ay Dios!, compaginallo
si este desengaño, ¡ah!,
no puede dejarme ya
ni tiempo para pensallo?...
(Saca el puñal, lo besa y lo contempla con arrobo.)
¡Puñal de puño de aluño!...
¡Puñal de bruñido acero,
orgullo del puñalero
que te forjó y te dio bruño!...
Puñal que en mi mano empuño,
en cuyos finos estríes
hay escritas con rubíes
dos frases a cual más bella:
«Si hay que luchar, no te enfríes.
Si hay que matar... descabella.»
Tú con tu lengua me llamas
y deshaces mi congoja,
pues teniendo yo tu hoja
no he de andarme por las ramas.
Penetra, puñal, en mí,
llega pronto al corazón
y a quien te pregunte, di
que a pesar de su traición
adorándola morí.
(Ocultando el puñal al ver que se abre la puerta.)
¡Mas ya llegan: maldición!
¡Qué lindo tiempo perdí!
Pedro Muñoz Seca (1879-1936).
Escritor español