Todo comienza siempre porque alguien jura tener la razón. Lanza la piedra, le revienta la cara al prójimo y luego justifica su acción a cualquier precio; total, para eso están los medios de difusión y los abogados. Acto seguido, ese prójimo hace lo propio y le devuelve el golpe, hasta que esa máquina infinita de odio y resentimiento no pare en su andar.
De inmediato se establecen bandos, solidaridades automáticas, comparsas y un arsenal de razones para justificar la irracionalidad. Ah, por supuesto, nunca faltarán los azuzadores de oficio: esos seres que tienen un retorcido placer por los conflictos.
Me tomo la licencia de parafrasear el título de esa famosa obra de Gabriel García Márquez “Del amor y otros demonios” para ilustrar que, de todas las acciones humanas, una de las más destructivas es la venganza, asociada directamente al rencor y al goce por el dolor ajeno. Es un cáncer que consume a cualquier persona o sociedad.
Al respecto, el portal “La Gran Época”, cita al Dr. Everett Worthington, psicólogo clínico y profesor de psicología en la Universidad Commonwealth de Virginia; quien afirma que:
Nos enojamos y nos estresamos constantemente, y no notamos de inmediato esos efectos. Pero eventualmente, ellos aparecerán si lo practicamos por largo tiempo
En resumen, la venganza es un mal negocio, pues realmente quien terminará afectado serás tú mismo.
En la historia del planeta, sobran los ejemplos de sociedades atrapadas en un perverso esquema de acción-reacción, donde ya no se sabe quién fue el que lanzó el primer golpe ni quién lo devolvió.
Centroamérica, Colombia y España con sus guerras civiles, y por supuesto los conflictos Árabe-Israelí e Isis-Occidente; son solo algunas muestras de lo que ha sido y sigue siendo ese mecanismo infinito llamado guerra.
Y de lo macro, pasamos a lo micro ¿Cuántas discusiones familiares o vecinales presenciamos a diario, cuánta necedad nos consume a la vuelta de la cuadra?
Es cierto que el autoestima y la dignidad nos demandan hacer valer nuestros derechos, pero no invirtamos tanta energía en esta empresa. A veces peleamos por el simple hecho de que nos concedan la razón.
Te recomiendo viajar ligero. Solo lleva lo necesario en esa mochila, que esta vida es extraordinariamente breve y el rencor es una maleta muy pesada de cargar.
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Photo: Edición Digital @tuversustu
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