Revista Educación

Del revés

Por Esther

Del revés     Mi vida se ha dislocado, todo está patas arriba. Tanto nadar en la arena, tanto volar por los suelos, tanta incomprensión rodeando mi espacio. No tengo explicaciones que justifiquen mis altibajos ni mi mundo del revés. Bastante me cuesta explicarme, encontrar una sonrisa sincera. El inquisidor acechando y yo acusada de bruja. Injustamente, porque soy joven y quiero vivir. Hoy todo lo he hecho mal, mis buenas acciones escondidas bajo la cama, todos los errores sobre la mesa… sólo pido tiempo y un juez más comprensivo. Porque ahora todo está desvirtuado, mis virtudes infravaloradas, mis pecados engrandecidos, mi adolescencia boca abajo. Necesito encontrar la forma de volver, de reconciliarme con la vida. Ahora no me apetece escuchar, no creo en los buenos propósitos ni en la hipocresía de un mundo recto y del derecho que miente y no se resiente, que acuchilla y se mantiene sobre sus ejes, nunca dispuesto a ceder, nunca con la intención de reconocer sus histerias y darse la vuelta. En mi sitio del revés se vive mejor, entre el negro y el blanco, con los sentimientos a flor de piel. Pero prefiero la inmadurez a la cobardía. Por eso sé que tengo que salir, girar trescientos sesenta grados y presentarme de nuevo ante unos delatores que parecen no haberse equivocado jamás. Por eso y para poder apagar la hoguera que me espera tras la puerta.

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