Revista Salud y Bienestar
La escasez económica va a obligar a una adaptación progresiva de un escenario de 1 unidad de calidad de servicio al menor coste. Los mejor adaptados ocuparán el centro del escenario. Desde el centro habrá un gradiente escalonado en círculos concéntricos hacia la periferia que lo irán ocupando sucesivamente desde los más a los menos adaptados. Cuando un bien o servicio forma precio, el círculo concéntrico más alejado del centro es el “monte marginal”, en el que están situados los que prestan 1 unidad de eficacia de servicio al mayor coste que aún está dispuesto a adquirir el comprador, aunque igualmente podríamos decir que el comprador está dispuesto a recibir menos de 1 unidad de eficacia al mismo precio que en el centro del escenario.La Administración se financia por las cargas que impone al ciudadano, sin poderlas evitar y sin que éste pueda ejercer directamente su voluntad de decidir sobre las prioridades de bienes y servicios sociales en los que debe invertirse su dinero. Esto significa que los bienes y servicios que ofrece la Administración no forman precio, lo cual tiene sus ventajas e inconvenientes. Sin que yo quiera entrar en los valores ideológicos, una de las ventajas casi universalmente aceptada sería el ofrecer bienes y servicios que ofrece ningún proveedor. Pero, al igual que la ausencia de dolor no nos informa del origen del daño, el no formar precio supone un inadvertido inconveniente, pues no existe un sistema de retroalimentación que avise de cuándo se ofrece un servicio innecesario, ineficaz o intrascendentemente dañino, ni cuándo un servicio necesario se ofrece a un coste muy superior a lo que vale. En el primer caso el coste es infinito y en el segundo tiende a infinito. En ambos casos el bien o servicio no debería prestarse, pero, salvo raras ocasiones, sólo deja de prestarse cuando no llegan suficientes impuestos para el pago vegetativo del personal encargado de ofrecerlo.En el actual modelo de prestación farmacéutica no es difícil identificar a la oficina de farmacia como una parte de la Administración. A través del capítulo 4 presupuestario (destinado a pagar la factura farmacéutica) la Administración reintegra a los usuarios una parte o el total de los medicamentos pagados en la farmacia El concierto entre la Administración y las oficinas de farmacia no es más que un acuerdo para evitar que el usuario reciba las facturas de los medicamentos y solicite posteriormente un reintegro de gastos al pagador administrativo. Pero en el coste final del medicamento la Administración paga dos márgenes fijos por el trasiego de mercaderías: uno al mayorista y otro al minorista. Y al ser sendos márgenes cerrados y no condicionados al coste por 1 unidad de eficacia, que proporcione un ahorro al pagador para destinarlo a ofrecer nuevos servicios eficaces al menor coste, de facto no forman precio, comportándose como un apéndice de la Administración en la prestación farmacéutica del SNS. Como lo innecesario, lo ineficaz y lo intrascendentemente dañino se paga al mismo precio que lo eficaz, necesario y seguro, se adopta un comportamiento pasivo porque no resulta necesario discriminar entre la señal y el ruido. Pero, al igual que en la Administración, cuando no lleguen suficientes impuestos para el pago de la señal y el ruido, las oficinas de farmacia se verán obligadas a cambiar su comportamiento, dejando de ser uniformemente pasivas y gestionando el conocimiento, en un gradiente que va desde los más dotados para ofrecer 1 unidad de eficacia al menor coste, que se situarán en el centro, hasta los menos dotados, que se situarán en el último círculo concéntrico o monte marginal Más allá del monte marginal nadie pagará el servicio.Por Galo Sánchez adaptado por Antonio Villafaina