Revista Insólito

Del tabaco y de los frailes

Publicado el 23 febrero 2012 por Yayo @eliaio
Ya ha pasado año y pico de la ley anti-tabaco 2.0 y el otro día aun asistí a una discusión sobre la idoneidad o no de la ley. Como no podía ser de otra manera a los pocos minutos desconecte de la absurda discusión y mi mente empezó a vagar en busca de alguno de esos recuerdos escondidos en mi conocida memoria residual. Efectivamente al poco rato ya tenia localizada la historia que quería, una simpática anécdota o chascarrillo que oí hace bastante tiempo sobre el tabaco y al afición que este despertaba entre los diversos estamentos del clero.
¿Se puede fumar mientras se reza?
Resulta que entre los frailes se popularizo rápidamente el consumo de tabaco, como desgraciadamente pasó con todos los sectores de la población. Pero la rigurosa vida en los conventos llevaba incluida largas jornadas de rezos, en las que lo frailes tenían que aguantar el mono del tabaco. Como no había ninguna disposición sobre el tema el superior de la orden de los Dominicos decidió dar un paso al frente y consultar el tema con el Papa, preguntándole "¿Se puede fumar mientras se reza?", a lo que el Santo Padre respondió airadamente que por supuesto que no, que el rezo era algo muy importante y había que prestarle los cinco sentidos. Esta respuesta podemos decir que "sentó jurisprudencia" y fue adoptada por todos los monasterios sin discusión. Pero hete aquí que el superior de los Jesuitas  no se quedo muy contento con la respuesta, y unas semanas después intento preguntarlo de nuevo. Se presentó ante el Papa y le preguntó "¿Se puede rezar mientras se fuma?", a lo que el Sumo Pontífice no pudo menos que decir que si, que claro, que se puede rezar en cualquier momento del día y haciendo lo que se este haciendo. Y según esta versión de la historia los jesuitas fueron durante alguno años los únicos que podían fumar en los rezos diarios de los conventos. Siempre que recuerdo esta historia no puedo menos que mencionar el famoso se non è vero, è ben trovato. Es una muestra mas de lo apasionante que puede ser el lenguaje y como haciendo la misma pregunta de una manera diferente provocamos una respuesta completamente distinta, o incluso la opuesta, como en este caso. Buscando algo e información sobre esta anécdota me he encontrado con algo que me ha resultado particularmente curioso.  En las distintas versiones cambia tanto a quien se le hace la pregunta (el papa, un abad, o cualquier otra dignidad eclesial), si la pregunta la hacen unos frailes de a pie o con algún cargo importante como en el caso que he relatado, e incluso el primero de los interlocutores es, según versiones, dominico, benedictino o salesiano. Lo que es invariable es que le segundo personaje es, indefectiblemente, jesuita. Por algo sera...

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