La rotura del talón de Aquiles izquierdo –punto débil o vulnerable de una persona o de una cosa en su sentido figurado– obligó a una intervención quirúrgica del monarca. El rey, cojeando, había perdido su equilibrio y estabilidad. El parte médico, emitido en las primeras horas de la madrugada del pasado domingo, anunciaba que su intervención, dirigida por el doctor Ángel Villamar, director médico de la clínica del Hospital USP San José (Madrid), fue realizada con éxito bajo anestesia epidural. Según informaron fuentes de la Casa Real, durante una cena a la que asistió a principios del pasado agosto en el Club Náutico de Palma de Mallorca, el rey había sentido un dolor en la pierna izquierda, tras lo cual sus médicos decidieron inmovilizarla con una bota ortopédica especial. Tres meses antes, el monarca había sido intervenido para que se le implantara una prótesis en la rodilla derecha. En aquella ocasión, el monarca estuvo hospitalizado varios días, tras lo cual tuvo que hacer sesiones de rehabilitación durante algunas semanas, razón por la que se le vio durante todo este verano utilizando muletas. A diferencia de la intervención que le practicó el pasado 3 de junio el mismo doctor para implantarle una prótesis de sustitución de la rodilla derecha, esta vez don Juan Carlos no precisó hospitalización y abandonó, a las 7:30 horas del día 4 de agosto, el centro médico, donde había llegado el día anterior a las 21:15. Aunque la recuperación total puede requerir unos meses de rehabilitación, el jefe del Estado reinició su actividad de despacho esta misma semana y se dice que puede reanudar su agenda oficial pública antes de que concluya septiembre. Esta ha sido su tercera intervención en poco más de un año.
El Rey abronca a los periodistas: “Lo que os gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa”.
A finales de mayo, el rey, quien ya había abroncado al presidente venezolano, Hugo Chávez, hoy igualmente afectado por un tumor canceroso en la región pélvica, no pudo soportar los rumores publicados por la prensa española. Y arremetió contra los periodistas que habían asistido a la Zarzuela con motivo de la audiencia concedida a los órganos directivos de la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM) y de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Madrid. Los representantes de la prensa sólo habían preguntado por su salud. “Lo que os gusta es matarme –dijo, arremetiendo contra ellos–. Ya me veis…”. Don Juan Carlos de Borbón buscaba el efecto contrario al conseguido, intentando rebajar las continuas especulaciones sobre un posible delicado estado de salud. Pero se enfadó con la prensa, al considerar que algunos medios de comunicación especulaban y le habían presentado peor de lo que estaba. “Estoy fatal”, contestó el rey con presunta ironía, un día después de que la Casa Real anunciara que Su Majestad se operaría la rodilla derecha en la primera quincena de junio para resolver unos “dolores articulares”, consecuencia de antiguas lesiones por la práctica del deporte. Y volvió a repetir: “Ya me véis”.
Desde hacía cierto tiempo se especulaba, en la prensa y en círculos reales, sobre su estado de salud. En una recepción oficial al presidente de Chile, Sebastián Piñera, en marzo pasado, se había visto al monarca con unas evidentes rojeces en el rostro. Hubo medios que hablaron de hematomas y saltaron los rumores sobre alguna seria enfermedad. Y, en la corrida de la prensa, en la feria taurina de San Isidro, el rey, que presidía, como de costumbre, el palco de autoridades, fue objeto de tertulias y corrillos, en los que se habló, quizás demasiado, sobre el aspecto y presencia del monarca. Era evidente que le molestaban los comentarios fantasiosos de cierta prensa y que prefería los leídos en la prensa cuando arremetió contra Chávez con el “Por qué no te calles?”. En cambio, ahora dirigiría esta misma pregunta contra aquellos periodistas que se habían metido con él. La bronca a la prensa y los desaires públicos no controlados por el monarca, junto con las imágenes y sonidos mostrados en un vídeo que fue Hit en Internet provocaron este y otros enfados del monarca. Se dijo, para justificarlo, que, en aquel enfado del monarca, don Juan Carlos no sabía que estaba siendo grabado por las cámaras. Pensaba, más bien, que se trataba de “corrillos” improvisados que no serían reflejados en la prensa, siempre a sus pies. Y que sus palabras formaban parte de los “off the records”, fuera de micrófono abierto. Pero, por desgracia para él, las frases “Lo que os gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa todos los días en la prensa. Eso es lo que hacéis la prensa” fueron textualmente publicadas en toda la prensa y reproducido en todas las radios y televisiones. Al monarca le molestaba, claramente, que se hablara de su salud, y que se programaran a cámara abierta los eternos debates sobre la sucesión y la abdicación en los herederos de la corona. Y, al presentir cómo nadie era ya capaz de guardar sus palabras y no emitirlas, publicándolas textualmente en la prensa, al finalizar el acto con los empresarios madrileños, tras hacerse una foto con ellos en las escalinatas de Zarzuela, el rey se acercó a los periodistas que cubrían la información y conversó distendidamente con ellos, volviendo a su tono amable y distendido e intentando que olvidaron el mal trago provocado anteriormente por su tono y sus palabras.
El monarca intentó zanjar la cuestión, opinando que si se especulaba con su estado de salud es porque no había otras noticias. No era la primera vez que el rey se dirigía a las cámaras de los medios de comunicación para protestar por las informaciones que leía relacionadas con su estado de salud. El pasado 21 de marzo también había mostrado malestar por las fotos publicadas días atrás en las que lucía una sombra en su ojo izquierdo similar a un hematoma. Antes de recibir a la presidenta de Irlanda, Mary McAleese, en el Palacio Real, bromeó con los periodistas gráficos, comentando que tomaban “tantas” imágenes que luego él “nunca” veía… Aunque, finalmente, se publicaban precisamente aquellas en las que salía su imagen poco favorable.
El post operatorio de la rodilla del Rey fue satisfactorio. Recibió el alta hospitalaria en un breve espacio de tiempo. Pero, sin duda, contribuyó a debiluitar su Talón de Aquiles.
El doctor Ángel Villamar, que había operado la rodilla derecha real, a principios de junio, había afirmado que don Juan Carlos “no se quejaba” demasiado de sus dolores para lo deterioradas que estaban algunas de sus superficies articulares. El doctor, que había descrito al Rey como una persona “muy dura y muy sufrida”, había precisado que, en algunas zonas, el cartílago estaba “muy deteriorado, incluso con hueso expuesto que había rozado con el hueso al que se enfrenta la articulación”. Le practicaron una artroplastia consistente en “retirar las superficies articulares deterioradas y sustituirlas por prótesis” de distintos materiales. El cuerpo principal era de titanio, la superficie que resistiría la fricción, de cromo y cobalto, mientras que la cara que mira al hueso, era de tantalio. El traumatólogo avanzó que “en tres o cuatro días” se le podría dar el alta. Le recomendó el uso de muletas para caminar durante dos o tres semanas. En ese tiempo, siguió recibiendo tratamiento de fisioterapeutas del equipo de Villamor tanto en el centro como a nivel domiciliario. El doctor explicó que las superficies articulares de la rodilla derecha se habían ido desgastando “a raíz de esfuerzos físicos reiterados como el deporte o de lesiones como la que sufrió en 1991 con una fractura de la meseta tibial en la que el cartílago quedó deteriorado”. Se refería al accidente que tuvo en el invierno de 1991, cuando un esquiador le derribó involuntariamente mientras esquiaba en Baqueria Beret y don Juan Carlos fue operado en el hospital madrileño Puerta de Hierro. Tuvo que usar muletas hasta abril de 1992. Para sujetar esa fractura, se le colocaron dos tornillos que hoy se le retiraban. Villamor indicó que la intervención quirúrgica tenía por objeto primero “aliviar” dolores, con el propósito de evitar que siguiera sobrecargando muchas otras articulaciones por ir tirando de la rodilla.
El rey ingresa en la clínica San José para ser operado del tendón de Aquiles.
Un mes después de la casi total recuperación de la operación en la rodilla derecha, el rey se rompía el talón de Aquilo del pie izquierdo. La nueva intervención quirúrgica le volvía a colocar en las primeras páginas de la prensa. “Si no hubiera sido por la filtración –escribe Paloma Barrientos en Vanitatis (El Confidencial)–, seguramente, la información oficial con parte incluido habría sido a toro pasado. De esa forma se evitarían las posibles especulaciones sobre el deterioro físico de don Juan Carlos, que resultó visible para todos los que estuvieron presentes el jueves en la audiencia al primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho. Varios de los periodistas acreditados confirmaron después que “le costaba caminar y se notaba que no se encontraba bien. La actual dolencia del jefe del Estado no tenía nada que ver directamente con la operación de la rodilla derecha, pero sí derivaba de alguna forma de aquélla, pues le obligaba a forzar la pierna izquierda, lo cual le había producido una tendinitis. Don Juan Carlos abandonó Mallorca, en donde descansaba, una semana antes de la visita de Benedicto XVI a Madrid para tratarse la luxación, pero la evolución no fue la esperada”. El Rey recibió al Papa calzado con una bota ortopédica que mantenía inmovilizado el tendón, aunque el artilugio no evitaba el dolor que le producía la lesión. Villamar, el traumatólogo real, tomó la decisión de operarle de nuevo, operación que solo requería anestesia local, aunque después debería permanecer más inactivo de lo que había estado.
La reina, de compras en Mallorca.
Con nueve kilos menos de peso, el rey se sometió a la nueva operación del talón de Aquiles mientras su esposa, doña Sofía, continuaba en Marivent. Además de ser todos los años la primera, inaugurando las vacaciones reales en Palma, ella era la última en irse, dejándose ver estos días por el centro de Palma, mientras realizaba unas compras en la tienda Escada, en la calle de Veri, donde permaneció hasta pasadas las ocho de la tarde, probándose distintas prendas, tal como cuenta el “Diario de Mallorca.” No era la primera vez que acudía a la exclusiva boutique de la que es cliente habitual, para hacerse con algún modelo de excepción. Después volvió a Marivent. La Reina terminaba el disfrute de sus vacaciones estivales mientras la infanta, Cristina, e Iñaki Urdangarín, volvían a Washington, donde residen desde hace varios años y la infanta Elena se quedaba atrapada en Nueva Cork, debido a la llegada del “huracán Irene”. Doña Elena viaja, de vez en cuando, a la zona de los Hampton, en Long Island, donde practica su deporte favorito: la hípica, en unos amplios terrenos destinados para tal fin. Y, aunque los hijos, nietos y marido habían abandonado la isla, la Reina no se quedó sola en ella, sino con su hermana, Irene, y con una amiga de la infancia, confidente de doña Sofía.
El “Fortuna”, yate real, se ha convertido en el yate fantasma.
La infanta Elena ha sido la última miembra de la realeza que decidía volar a bordo de Easyjet, una de las compañías de bajo coste más en boga en nuestros días de la que también hace uso el mismo Botín. La duquesa de Lugo, que también ahorra comprando en el Mercadona que tiene cerca de su casa en Madrid, no es la única que practica el bajo coste. La reina Sofía, ha viajado muchas veces a Londres, donde reside su hermano Constantino, con Ryanair, otra aerolínea que incita al ahorro a la hora de volar. Lo hacía con asiduidad hasta que utilizaron su imagen en 2009 para hacerse publicidad. No le debió sentar muy bien a Su Majestad aquella triquiñuela publicitaria y ya no se la ha vuelto a ver a bordo de uno de los aviones de dicha compañía. En cambio, el Rey es el que menos se ha dejado llevar por esta tendencia de pagar lo menos posible. “Salvo sus escapadas a Casa Tomás –cuenta A. Parrado en Vanitatis (El Confidcencial)–, un bar de Sarriá donde el Jefe del Estado se pone las botas con sus patatas bravas o con el menú del día que difícilmente supera las dos cifras, don Juan Carlos hace vida de rey, como lo que es, aunque a veces juegue al despiste. Tal y como contaba recientemente Jaime Peñafiel en “Sálvame”, presuntamente, el Rey negoció con la revista que publicó este verano las imágenes de la princesa en biquini que no saliera en ellas el Fortuna, el súper yate familiar, por no hacer ostentación en tiempos de crisis. El año pasado el barco pasó toda la temporada encerrado en Porto Pi y en esta ocasión, pese a los juegos de la prima de riesgo, salió a navegar en alta mar y a fondear en Cabrera, la zona preferida de la Primera Familia para ponerse el traje de baño. El Rey, sabedor de la polémica que podía causar –llenar su depósito puede rondar los 25.000 euros–, puso una condición: que no se viese el barco en las imágenes. Por eso, pocos entienden que se viaje en ‘low cost’ y que luego lo mismo se dé un paseíto en su exclusivo buque o que la princesa Letizia luzca unos zapatos de más de 500 duros”. Por cierto, el “Fortuna” que ahora pretenda esconder a la prensa costó en su día 3.000 millones de pesetas –unos 18 millones de euros de hoy en día– Precio que no fue pagado por la Casa Real, sino que fue fruto de una donación “desinteresada” por parte de 22 empresarios mallorquines que lo entregaron a la Familia Real en un intento por promocionar la imagen corporativa que los Reyes y su familia ofrecían de la isla.
Evolución del aspecto físico del Rey durante un año.
En realidad, el rey Juan Carlos hace ya dos años que no participa en competiciones náuticas ni deportivas de ninguna clase. En 2009, apenas navegó unas horas en el “Bribón”, pero ya no compitió. Y en el verano de 2010, aún estaba convaleciente de la operación de pulmón a la que, en mayo, fue sometido, por lo que no subió a ningún velero. A los 73 años, el rey ya no navega más que en su fantasma “Fortuna”, pero, en los últimos tres meses, el monarca se ha sometido a dos operaciones que le dejaron prácticamente en muletas. Y es que, llegada cierta edad, nadie aguanta la menor operación sin cambiar de marcha e incluso de hábitos y hay quien precisa de muletas, por mucho apoyo “desinteresado” que uno reciba de los suyos. Como el de José Bono, presidente de las Cortes que, durante una entrevista en el programa “Al Rojo Vivo”, de la Sexta, dijo del monarca que “se encuentra magníficamente bien, desde el punto de vista intelectual y la agilidad mental”. Dada la poca gravedad de la intervención, don Juan Carlos regresó al Palacio de la Zarzuela pocas horas después de la operación, sin anestesia total ni hospitalización. Aunque dos o tres semanas de reposo absoluto y tres o cuatro meses de rehabilitación, según fuentes hospitalarias, no se los quita nadie.
El rey no es impune a la edad por ser rey.
“¿A qué viene tanto cuento con la rodilla del rey –se pregunta Quim Sarriá en El pueblo de Ceuta– ¿No podemos dejarla como una simple artrosis, artritis u osteoartritis? ¿Es que el rey es inmune a la edad por ser rey? Con razón o sin ella tiene que estar enfadado con cierta prensa el rey Juan Carlos I, que, por otro lado, da nombre a cierto colegio ceutí donde mantienen a un grupo específico de alumnos en plena ignorancia. El estilo mórbido de cierta prensa del país pone negro al rey, aunque no lo coloca en jaque. Los achaques de la edad tardía no se pueden evitar. La estructura humana es tal como está construida. Igual que los edificios. El tiempo no suele perdonar. Colocar por delante del rey negro a sus peones, para que lo defiendan de las amenazas de las piezas blancas, es corriente en el juego del ajedrez (chess para los entendidos), que se transforman en meras e inútiles excusas cuando son comunicados institucionales. Esto no es una falta de respeto a nuestro rey por mi parte. Las cosas como son”.
Esta semana abrimos la sección de humor con Kap. Jaume Capdevila i Herrero Berga es un caricaturista catalán nacido en 1974. Actualmente, publica sus viñetas en medios de Barcelona como La Vanguardia y Mundo Deportivo entre otras publicaciones. También participa con sus viñetas en la blogosfera a través de sus “El último mono”. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, Kap ha publicado varios libros de chistes y viñetas y ha realizado aproximaciones teóricas al humor gráfico. Ha dirigido la exposición “Trazos”, un recorrido por los 100 años de humor gráfico e ilustración en el periódico decano de la prensa deportiva española.
Territorio Vergara recoge esta semana varios temas: El patrimonio de sus señorías, La prueba, Recortes en la enseñanza, Los ricos españoles compran deuda autonómica e Impuestos a los ricos.
Manel Fontdevila presenta: ¡Quejitas!, Frontera, Legislar lenguas, Control de tiempos y Rumbo al 20-N.
Y, desde Mallorca, Pep Roig dibuja lo que ve vive en este momento: Yo sólo sé que no quieren que sepa, Réquiem, ¡¡¡Todos ricos!!!, Actividad presidencia y Fatalrealismo.
El video que sigue está editado por Ben Magec, un chico de la asociación de ecologistas que, recientemente, se ha desplazado por los institutos canarios para dar a conocer la situación que se vive en los países del África occidental subsahariana. La canción es de un cantante de reegea de Costa de marfil, bastante conocido, sobre todo por las numerosas criticas que hace en sus canciones y por sus tendencias rastafaris, motivos por los ha sufrido varios intentos de asesinato.
Miguel Ángel Grau, suboficial mayor de la Unidad de Música de la Guardia Real y director de la Banda de Música de Colmenar Viejo.
La Unidad de Música de la Guardia Real, la más representativa de las Fuerzas Armadas, representó a España en el Festival Internacional de Música Militar "Spasskaya Tower", que se celebró hace una semana en la Plaza Roja de Moscú. Esta unidad, heredera de la antigua Banda de Alabarderos, interpretó piezas de gran tradición española como el Huésped del Sevillano, Canto a la Espada de Jacinto Guerrero, el Tambor de Granaderos o el Fragmento final de la Obertura de Ruperto Chapí, entre otras. El suboficial mayor de dicha Guardia Real, Miguel Ángel Grau Sapiña, dirige también la Banda Sinfónica de Colmenar Viejo de la que formo parte como trompetista. El festival, que reunió a las mejores bandas de música militar, surgió en 2006 y, desde entonces, más de 40 bandas militares de 15 países han formado parte de los espectáculos en la Plaza Roja.
Por último, escuchen la canción del día: El talón de Aquiles.