Por Pilar Torrijos Gijón
De entre todas las habilidades que se suponen en un mando intermedio, delegar es probablemente la herramienta de gestión menos explotada de todas. Y no entiendo por qué, teniendo en cuenta la cantidad de beneficios que tiene para todos (empresa, mando y colaborador).
El año pasado Gallup realizó una encuesta a 143 CEO de Estados Unidos. Todos ellos compartían una misma característica: dirigían empresas en pleno proceso expansivo. Como conclusión se dijo que aquellas empresas cuyo CEO tenía un talante (perfil) delegador alto, conseguían tasas de crecimiento más altas, generaban más ingresos y creaban puestos de trabajo a ritmo más rápido que otras empresas con directores de perfil delegador más limitado. Conclusión: la delegación del líder es clave para el crecimiento del negocio.
No hace falta irse a los niveles altos de la pirámide organizacional para saber que delegar ya no es solo estratégico, sino que también es una necesidad que va más allá de un simple alivio del estrés.
¿Cómo saber que ha llegado el momento de delegar?
Si bien cada caso es distinto, hay indicadores que suelen dar la voz de alarma, como por ejemplo el no tomarte unos días de vacaciones por miedo a dejar solo al equipo, el hecho de llevarte a menudo trabajo a casa, dejar trabajo sin terminar, y la sensación de añoranza por lo bien que vivías en tu antiguo puesto de trabajo.
Las razones que esgrimimos para evitar delegar siempre son las mismas. Vamos a verlas.
Para qué voy a delegar si Yo lo hago mejor.
Tratándose de una tarea (delegable) de la que hasta ahora solo te has encargado tú, es razonable pensar que nadie más puede hacerla mejor. Ahora bien, no se trata de que la otra persona lo haga exactamente como tú lo harías, con que lo haga muy bien debería ser suficiente, ¿no crees?
Se supone que la delegación se hace en personas con potencial y preparadas, por lo que si delegas en un colaborador estrella, la excusa de que nadie lo hará mejor no es real, sólo está en tu mente. En cuanto comiences a delegar verás que la tarea no era tan difícil como creías que era, y que tampoco era necesario hacerla exactamente como tú la hacías. En ocasiones se acapara conocimiento tontamente, cuando en realidad hay colaboradores en el equipo perfectamente capacitados y deseando hacer cosas nuevas.
Lo mejor es no obsesionarse con la perfección. Los perfeccionistas acostumbran a ser hipercríticos y con esa actitud es mejor no delegar.
Para qué voy a delegar si Yo lo hago en menos tiempo.
Y seguramente sea cierto, pero míralo como una inversión a medio/largo plazo. Al principio tendrás que dar un poco de entrenamiento, explicar la tarea y enseñar las habilidades necesarias para hacerlo bien. Piensa en los beneficios. Recuerda que un Responsable sobresaturado y estresado es más propenso a equivocarse.
Existe un proverbio chino (al que he hecho referencia en el título) que dice así: Si caminas solo, irás más rápido. Pero si caminas acompañado llegarás más lejos.
Para qué voy a delegar si Yo cometo menos errores.
Todos nos sentimos inseguros al comenzar una nueva tarea. Cometemos errores pero aprendemos de ellos. Y de la misma manera que tú lo hiciste, lo mejoraste y te volviste más capaz, da la misma oportunidad a los demás.
Cómo voy a delegar si no tengo a nadie en quien hacerlo.
Puede ser así para ciertas tareas pero no en todas. Si no tienes ningún colaborador preparado para asumir una tarea en concreto, delega otra distinta para la que sí esté capacitado y pueda hacerlo bien.
Recuerda que cada miembro del equipo tiene su propio desarrollo y que no todos son iguales en cuanto a potencial y rendimiento. Elige colaboradores estrella, personas que estén preparadas y en las que puedas confiar para asumir más responsabilidad. Aprovecha sus fortalezas (que sin duda las tendrán) y ayúdales a crecer.
Ya delegué en el pasado y la experiencia fue catastrófica.
En este apartado conviene hacer un poco de autocrítica, porque si bien en un primer momento parece que delegar no entraña muchas complicaciones, cuando te pones manos a la obra descubres que la delegación implica algunas obligaciones de las que depende su éxito o su fracaso.
¿Qué hacemos para que la delegación salga mal?
- Elegir a la persona equivocada. Imprescindible dedicar tiempo a conocer a cada miembro del equipo para saber en qué tareas pueden ayudarte y en cuáles no.
- Ser imprecisos al delegar, sin definir claramente la tarea ni decir por qué se delega, ni cómo se va a medir.
- No ofrecer los recursos ni el apoyo necesario para hacer la tarea.
- No asegurarse de que se ha entendido todo (plazos, objetivo, etc.)
- Establecer fechas límite que no son realistas para alguien que hace esa tarea por primera vez. O lo contrario, no ser claro en lo que respecta a los plazos.
- Interferir demasiado, sin dejar que el colaborador tome sus propias decisiones. Demuestra falta de confianza. Lo mejor es no delegar cosas que requieren supervisión constante.
Por último, hay un elemento que se suele pasar por alto a la hora de delegar. Es el factor Responsabilidad.
Esto significa que aunque delegues la tarea, sigues siendo responsable de ella. Responsable de que se complete y responsable de su calidad. Cierto es que no la has ejecutado tú directamente, pero a todos los efectos es como si lo fuera. Por tanto, dale seguimiento. Evitarás sorpresas de última hora.
Para terminar, no te olvides de agradecer el trabajo realizado. Como mínimo te está ahorrando tiempo (qué menos que un gracias). Si el resultado fue bueno, éste es un gran momento para reconocerle el esfuerzo y felicitarle. En cambio, si no obtuvo el resultado esperado revisa qué puede haber fallado, busca los aspectos que más te gustaron y dilo. No hay nada más deprimente que un jefe que solo ve los errores. Aquí tienes algunas ideas de cómo dar FeedBack constructivo. O mejor aún, FeedForward, enfocándote en lo que te gustaría ver en el futuro.
Fuente: http://elblogdelmandointermedio.com/2015/12/09/delega-tareas-para-llegar-mas-lejos/