Revista Viajes
De nuevo otro fabuloso día soleado nos acompañó en nuestra visita a la localidad holandesa de Delft. Esta localidad es conocida mundialmente por su célebre cerámica azul elaborada desde hace siglos, y que aún conserva una única fábrica abierta, la Royal Delft, en la que se sigue pintando la cerámica a mano como siglos atrás. En la Royal Delft Experience se puede participar en una vista por la fábrica seguida de unas amplias explicaciones sobre su proceso de elaboración, aunque bien es verdad que la visita era en inglés solamente, al menos el día que nosotros visitamos Delft. En lo que si que no necesitas explicaciones es en la maravillosa exposición y venta de todo tipo de cerámica cerca de la Plaza del Mercado de Delft. Y por supuesto, en una visita a Delft no puede faltar un paseo por sus bellos canales salpicados de frondosos árboles y coquetas terrazas de cafés y pequeños restaurantes de gestión familiar.
La cerámica de Delft está presente en muchos lugares públicos de la ciudad. Sin ir más lejos muchas farolas de alumbrado público están realizas en cerámica bellamente pintada a mano con diversos motivos. Pero también algunos bancos para el descanso están realizados en dicho material para dejar claro en que lugar nos encontramos y por qué es conocida la ciudad.
Paseando a lo largo de sus canales llegamos a los aledaños de la Plaza del Mercado. Esta gran plaza es el punto de encuentro central por excelencia de la ciudad y de sus habitantes. Muchas de las calles del centro acaban confluyendo en la Plaza del Mercado, con lo cual es muy fácil acabar en ella aunque no se quiera. También es cierto que sus grande agujas de las iglesias Nieuwe Kerk y María Van Jessekerk.
La Plaza del Mercado se llena de vida todos los jueves y toda se gran extensión se ve rellenada con decenas de puestos donde encontrar frutas, pescados, quesos, hortalizas y verduras, y casi cualquier otra cosa que se pueda desear. Los quesos en Holanda son un espectáculo para los sentidos. Nosotros al estar en domingo no había mercado aunque su espacios se rellenaba con terrazas soleadas y con una concentración de coches clásicos, los únicos vehículos autorizados a circular por estas calles peatonales. Y presidiendo la gran Plaza del Mercado de Delft el imponente campanario de la Nieuwe Kerk en uno de los extremos, mientras que en el lado opuesto se levanta la bonita fachada del Ayuntamiento de Delft.
El Ayuntamiento de la ciudad de Delft
Si se tiene tiempo suficiente un paseo por los canales de Delft puede ser muy agradable. Estos canales se configuraron en la planificación original de la ciudad hace más de 700 años, como manera de controlar el agua y como vías para trasportar fácilmente mercancías por la ciudad. Hoy en día también los utilizan como transporte, pero sobre todo para pasar tiempo de ocio navegando con sus barquitos por los canales. Aunque no esperéis la espectacularidad de la rede de canales de Amsterdam.
Rotterdam
Y tras pasar gran parte del día en la ciudad de Delft, dada la proximidad que tiene con Rotterdam no quisimos dejar pasar la oportunidad de acercarnos una de las grandes ciudades de Holanda. Rotterdam fue casi exterminada del mapa durante los numerosos bombardeos que sufrió en la Segunda Guerra Mundial, y esto precisamente ha condicionado lo que es hoy en día la ciudad. Para la reconstrucción de la ciudad se optó por derribar los edificios que estaban dañados en lugar de reconstruirlos y se decidió experimentar en la planificación de una ciudad moderna, buscando la vanguardia de los años 50 y posteriores, así como una ciudad orientada a aglutinar la industria. El resultado es lo que podemos ver hoy en día, y en las actuales apuestas por la vanguardia en la arquitectura. Merece mucho la pena visitarla, aunque la abundante inmigración en las zonas más céntricas nos dieron un poco de inseguridad, al menos esa fue la sensación que percibimos. quizás equivocada.
Aquel domingo de agosto se encontraba atracado en el puerto de Rotterdam el buque insignia de la compañía Holland America Line. Los afortunados pasajeros se encontraban embarcando en esas primeras horas de la tarde en lo que supongo sería un crucero por los fiordos noruegos. La estación marítima se encuentra muy cerca del Hotel New York, antiguo edificio sede de la compañía Holland América Line.
A cada paso que se da por Rotterdam se puede ver los ejercicios de arquitectura moderna puesta en escena en esta ciudad. Y no sólo se aplica está arquitectura de vanguardia en grandes torres de oficinas o rascacielos. Los edificios residenciales también se benefician de estos ejercicios de estilo.
Una de las actividades más populares en Rotterdam son los barcos turísticos que durante hora y media te pasean por el mayor puerto de Europa y uno de los más grandes e imponentes del mundo. El Harbour Tour de la compañía Spido también te muestra desde el agua la moderna arquitectura de muchas de sus edificaciones con lo que se adquiere otro punto de vista.
Y con un tiempo y temperatura espléndida nos montamos en nuestro coche para dar un garbeo por la ciudad de Rotterdam antes de regresar a La Haya para cenar en uno de sus encantadores restaurantes. Sin duda tenemos que regresar para disfrutar esta ciudad con más tiempo.
El puente de Erasmo es uno de los iconos de la moderna Rotterdam
Posted in: Holanda , Viaje en coche verano 2011 Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir con Twitter Compartir con Facebook