Revista Arquitectura
#DELG: Propuestas sobre smart cities, las TIC y la participación ciudadana
Por Paisajetransversal @paistransversalHace unos días publicábamos las conclusiones extraídas en Diálogos en La Granja (DELG), un encuentro en el que Paisaje Transversal participamos junto a una docena de personas para debatir sobre las smart cities. Estas resoluciones se recogieron en un informe estructurado en tres apartados generales: la forma de nuestras ciudades, la gestión de los servicios y la ciudadanía y convivencia, todos ellos influidos por las nuevas tecnologías de la información, cuyo potencial en los tres ámbitos quedó fuera de toda duda. Conviene destacar como en este dossier se hace hincapié en como las tecnologías de la información y comunicación (TIC) son básicas para configurar nuestras ciudades, favorecer la sostenibilidad de su gestión y, sobre todo, mejorar la participación ciudadana.
Sobre el papel del ciudadano, los participantes en DELG coincidieron en que él es el mejor sensor que tenemos a la hora de conocer los problemas, conflictos y necesidades de la ciudad. Sin embargo, es un hecho que el ciudadano vive de espaldas a la ciudad que habita. «Las soluciones parecen pasar por informar, comunicar, divulgar, sensibilizar y comprometer más al ciudadano con su territorio. Sólo de esta manera, se puede recuperar la confianza perdida en las administraciones y gestores de la ciudad y se pueden sentar las bases para un diseño colaborativo del modelo de ciudad, o de barrio, más eficiente y habitable» afirmó Paz Ugarte, directora de Diálogos en La Granja.
Las TIC resultan clave para propiciar cambios de conducta hacia pautas más sostenibles. El principal reto consiste en facilitar el acceso a la información. Buscar que el ciudadano conozca la realidad en la que vive, los recursos de que dispone, su coste o el valor de los servicios que recibe, es la condición necesaria para que haga suya la ciudad o el barrio donde habita. Hacer participes a los ciudadanos en los procesos de decisión, buscando el compromiso de todas las partes, abre sin duda nuevas oportunidades que enriquecerán la gobernanza de la ciudad. Es necesario también que este flujo reciproco de información y conocimiento se sustente en el principio de confianza que debe presidir la relación entre la administración, el sector privado y los ciudadanos.
Por otra parte, vivimos un momento de escasez teórica en el campo del urbanismo, y por tanto se están manejando sistemas de los años sesenta que no se adecuan a los cambios en los hábitos de los últimos tiempos. La entrada de las TIC en la vida cotidiana ha generado un cambio en la manera que tienen las personas de relacionarse y es necesario empezar a interpretarlas para potenciar el uso del espacio público. Resulta remarcable como en las últimas décadas las plazas, parques, etc. han pasado de ser lugares de encuentro, de relación, para el intercambio de ideas, a convertirse en simples lugares de paso. Sin embargo, la aparente dicotomía entre lo digital y lo físico es un factor que, sin embargo, puede generar interesantes sinergias a la hora de intensificar el uso y apropiación ciudadana del espacio público. Se trata de hallar el equilibrio entre ambos, de encontrar un nuevo modelo híbrido que incorpore las nuevas pautas de actuación de los ciudadanos en su día a día.
Durante las jorandas se recuperó la conveniencia de un modelo de ciudad compacta que, además, encuentre en las herramientas jurídicas el soporte adecuado para su desarrollo. Sin embargo, las soluciones de carácter general no suelen tener éxito cuando se aplican a casos particulares; lo que funciona en un lugar no tiene por qué funcionar bien en otro. En el diseño de las ciudades, el aspecto contextual es clave para acertar con la medida que se vaya a tomar. Cada ciudad es distinta; incluso dentro de una misma ciudad, cada barrio tiene sus peculiaridades. Por esta razón se debe evitar caer en el «copia-pega urbano» con soluciones per se y, buscar más bien, proyectos ad hoc. Debemos evitar la homogeneización inherente a la proliferación de franquicias de modelos urbanos, cuya consecuencia es el dibujo del mismo paisaje en todas las ciudades. Esta es la mejor forma de preservar la identidad propia de cada lugar, a la vez que posibilita el crecimiento y el desarrollo de una cultura urbana propia, o la llamada «marca ciudad».
En cuanto a la gestión de los servicios, se abordó el análisis partiendo de la insostenibilidad del modelo actual. El recurso al suelo como elemento de financiación ya no es suficiente. La drástica caída de ingresos, unida al mantenimiento de un nivel de gasto presupuestario propio del anterior escenario económico, ha conducido a la insostenibilidad financiera de muchos municipios y este gap está siendo financiado, en gran parte, por los proveedores de servicios urbanos. En este sentido, el principal reto es cómo mantener el mismo nivel de servicios con menos recursos. Parece que la clave reside en identificar nichos de eficiencia en la gestión de los servicios. La tecnología puede ser una respuesta al permitir una reducción de los costes, además de liberar recursos para la financiación de nuevas inversiones. En esta tarea resulta definitiva la colaboración entre las administraciones y el sector privado en la búsqueda compartida de nuevos modelos de gestión capaces de arbitrar un nuevo entendimiento basado en la transparencia. Además, es preciso priorizar las inversiones atendiendo a una jerarquía de impactos de eficiencia en la prestación de servicios.
Por último, los participantes ofrecieron una serie de propuestas que pretenden ser una aproximación a líneas de trabajo que los expertos recomiendan llevar a cabo por los grupos de interés implicados en el proceso: administraciones locales, investigadores, empresas de servicios y por supuesto, la ciudadanía.
Una de las propuestas es la creación de un sistema de información bidireccional orientado a facilitar un uso más eficiente de la ciudad, que se nutra con información procedente de la administración local, las empresas de servicios y los ciudadanos. Este sistema, soportado en una plataforma digital de acceso libre, junto con el desarrollo de aplicaciones en dispositivos móviles, tendría la virtualidad de ofrecer información en tiempo real de lo que está pasando en la ciudad para el uso y mejora por parte de los ciudadanos. La información se acotaría a una serie de indicadores clave para la adecuada diagnosis, facilitando el proceso de toma de decisiones de los actores implicados en el proceso. Es en los ámbitos de consumo de agua o energía, gestión de residuos y de movilidad, donde este sistema de información de ida y vuelta cobraría toda su potencialidad.
Por otra parte, también sería adecuada la generación de espacios híbridos que fomenten las relaciones e intercambios personales de manera presencial y virtual. Se trataría de actuaciones impulsadas por la administración para la regeneración de espacios públicos ya existentes ofreciendo un nuevo uso a los ciudadanos a través de procesos de diseño colaborativo que favorezcan la apropiación de la identidad con el espacio por parte de los ciudadanos. La actuación en estos espacios se complementaría con el impulso de blogs y redes sociales, buscando con ello la construcción de la identidad digital del espacio físico. Estas actuaciones aconsejan, para su réplica, elegir espacios acotados y visibles, representativos en la ciudad.
La implementación de un sistema de indicadores para la detección y evaluación de las demandas ciudadanas y de los nichos de eficiencia en el plano de los servicios urbanos es otra de las propuestas. La fortaleza de este sistema residiría en la aplicación de una metodología común y compartida por investigadores y técnicos de las distintas universidades y administraciones. De esta manera, se generarían cartografías de indicadores significativos, soportada en una plataforma digital, de los que derivar una jerarquía precisa de actuación, a partir de un diagnóstico continuo.
Todos los expertos coincidieron en la conveniencia de crear un proyecto piloto de barrio inteligente o «smart barrio». El barrio tiene la dimensión o escala apropiada para esta experiencia. El proyecto, promovido por las juntas de distrito, involucraría a asociaciones de vecinos, comerciantes, expertos y empresas proveedoras de servicios y de tecnología en la búsqueda de eficiencia energética y gestión de la movilidad. Los factores de éxito residirían en la fijación de unos objetivos muy concretos y alcanzables, susceptibles de medición en una escala manejable como es el barrio, y por otra parte, en provocar la motivación de los vecinos.
Se hace imprescindible la mejora de las contratas en la prestación de servicios urbanos. En el diseño del nuevo modelo de gestión de los servicios tienen que participar no sólo las empresas de servicios y los ayuntamientos sino dar cabida a ciudadanos y a las iniciativas planteadas por emprendedores y las empresas emergentes. El proyecto exige transparencia y resultados medibles integrados en una plataforma tecnológica común.
Y por último, se podrían desarrollar nuevas cartografías interactivas con información dinámica. Se trataría de complementar la tradicional cartografía física de los espacios con nuevas fuentes de información más dinámicas, procedentes tanto de la aportación de los ciudadanos como de las empresas que manejan información derivada del uso de servicios que prestan (tarjetas, etc.). Esta información cualificada es especialmente útil para la diagnosis de hábitos y comportamientos de los ciudadanos.
Después de este interesante encuentro, Diálogos en La Granja, foro de debate promovido por Quiero salvar el mundo haciendo marketing, trabajará durante todo un año para movilizar voluntades y lograr llevar a la práctica, si no la totalidad de las propuestas, algunas de ellas, lo que sin duda mejorará la calidad de vida de todos.
Más información sobre Diálogos en La Granja y las smart cities en: www.dialogosenlagranja.es http://www.paisajetransversal.org/search/label/Smart%20cities Créditos de la imágenes:
Imágenes: Fotos del encuentro Diálogos en La Granaja (fuente: Miguel Ángel Rolland).
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