Revista Cultura y Ocio
Me la ofreció, rojiza y jugosa, única entre las demás.
—Estas otras son más corrientes, muy sabrosas, pero son los níscalos de siempre —me explicó.Toda una ciencia conocer las setas, todo un arte cocinarlas. Salteada en mantequilla, apenas un toque de sal. Se deshace en la boca, carnosa, fragante, suave. Una delicatessen. Solo ahora, después del postre, recuerdo que la Naturaleza dota de los colores más vistosos a sus más mortíferas criaturas.Texto y fotografía: Ana Joyanes