Al parecer, el frío y la falta de luz causan estragos en la muy pacífica población de Finlandia, que escapa de la depresión con una de las tasas de suicidios más altos del mundo. Onni Rellonen es un autónomo arruinado que pretende poner fin a su vida en la noche de San Juan, cuando se encuentra en el granero en que iba a suicidarse con el coronel Kamppainen literalmente colgando de una viga.
Tal coindencia anima a ambos a asociarse para conseguir tan fúnebre fin, pero por el camino deciden fundar una especie de ONG, lógicamente temporal, que ayude a otros suicidas frustrados a tomar camino al otro barrio. Y así, no me pregunten cómo, la historia se va deslizando y acaba en un -efectivamente delicioso grupo que recorre Europa en un flamante autobús buscando el mejor acantilado por el que despeñarse.
Prometedor, ¿no?. Probablemente no le vayan a dar el Nobel, pero tiene la habilidad suficiente para mantener el interés -que no es poco- y una envidiable y muy sana carga de ironía que da unos cuantos palos.
Ya hablando de palos, una escena que si fuera cinematográfica sería memorable: la pelea en un motel entre los suicidas y un grupo de matones...sin desperdicio.
Lo dicho, un buen rato.