No, no se trata de una nueva “boutade” políticamente correcta, para diferenciar a los delincuentes del género masculino y femenino. Eso se lo dejo a los telepredicadores del PSOE o del PP.
Es algo mucho más grave, más nauseabundo, más indigno, sobre lo que versa este artículo.
La Justicia sanciona ejemplarmente a todo tipo de delincuentes. Entendiendo por tales, aquellos que han cometido un delito.
Todo el peso de la ley, con la colaboración de jueces, fiscales, agentes judiciales, secretarios y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, se desploma contra aquel que vulnera la más mínima norma, emanada del Congreso y del Senado.
Las cárceles están abarrotadas y el pueblo aplaude (cómo no puede ser de otra forma), el castigo de aquellos que han traspasado la línea roja del delito,al tiempo que los medios de comunicación claman JUSTICIA, cuándo se produce un caso de “alarma social”.
Esa es la base y esa la fuerza de un Estado de Derecho.
Pero ¿qué ocurre cuándo son los Bancos y Cajas de Ahorro, los que a través de sus “delin-cuentas”,estafan y se apoderan del ahorro de decenas de miles de ciudadanos de bien, con productos-basura contratados con engaño y alevosía?
Pues ocurre, exactamente lo contrario que con los peligrosos delin-cuentes.
Los mecanismos de control establecidos al efecto (Banco de España, Comisión Nacional del Mercado de Valores, Ministerio de Economía y Hacienda (o cómo se llame ahora)......miran para otro lado.
El Fiscal General del Estado y sus subordinados fiscales, en lugar de proceder de oficio.......miran para otro lado.
Los jueces y magistrados, los Tribunales Superiores de Justicia, el Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial........miran para otro lado.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, al no ser “excitadas” por sus superiores o por el todopoderoso Ministerio del Interior......miran para otro lado.
El Gobierno, el partido en el poder, los partidos en la oposición y los sindicatos.....miran para otro lado.
Y uno, educado por sus padres en los valores de honradez, palabra, respeto a la justicia, sacrificio y trabajo, ante esta COBARDÍA manifiesta de los que (en teoría) han sido colocados en los puestos de más alto rango para representarnos y defendernos, simplemente deja de creer en nuestro Estado de Derecho.
Y uno, inconscientemente, se convierte en un “delincuente moral”, escéptico ante esta gran mentira que se empeñan en definir cómo Estado social y democrático de Derecho.
Sólo una idea ronda su cabeza.......Emigrar de este estercolero en que se ha convertido una gran nación, antes llamada España.
Eduardo A. Carmona
Revista Opinión
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