Leerán viejos poemas
y sabrán
de la elocuencia del miedo
en esos versos que dan pena,
que no saben responder
a la rotundidad del espejo, y sabrán
que la misericordia lanzó sus rayos
entre los despojos de lunas grises y tiempo conjugado:
el quise y el pudiera, desbordados
en el febril aquelarre de una vida bifurcada.
La palabra será entonces cómplice
y verdugo de su sombra torturada
macilenta entre vapores de ámbar
que duermen el sueño de los ángeles
asesinando las auroras.
De Filoversando en Nod, Ediciones Evohé, 2013