Me encontré con Alice Munro casi por casualidad, y sin opciones a huir: convaleciente, es demasiado goloso que te pongan un libro de relatos cortos para sobrellevar el virus, así que me puse a ello, y la verdad lo primero que se agradece es la fácil lectura, porque me zampé el libro en una tarde.
No había leído nunca a la escritora canadiense, y me ha sucedido con ella lo que con algunas personas : impresionan aparentemente poco, pero calan al fin. Escritura de elegante sencillez, nada aparatosa: tomando aisladamente un párrafo a nadie llamaría la atención. De esas capaces de construir, sin artificios del lenguaje ni de la historia, unos relatos tremendos en el fondo. La vida misma.
El nombre del libro está sacado del último de los relatos, Demasiada Felicidad, basado en la historia real de Sophia Kovalevsky, una matemática rusa que peregrinó media Europa del XIX buscando una Universidad en la que enseñar. Un tema muy interesante, aunque es el relato que menos me ha gustado.
En cualquier caso, me alegro de haberla descubierto a tiempo, y de que, tras haber anunciado que se retiraba, haya vuelto a escribir.