Revista Deportes

Demasiado tiempo juntos

Publicado el 03 abril 2014 por Siempreenmedio @Siempreblog

sporras@flickr.comAlba y Benito comenzaron a alejarse el día el que el Atleti ganó el doblete. A ella le sentó como un tiro quedarse en casa, masticando sus frustraciones laborales, mientras su maridito se largaba a Neptuno. “Menudo imbécil”, pensó cuando lo vio salir con las mejillas pintadas a golpe de zarpa.

No ayudó que volviera borracho, ni tampoco que las sábanas y el camisón se contagiaran para siempre del emplasto rojiblanco. Además, le repugnaba que Benito, siempre tan progre, no parase de celebrar a Jesús Gil. “Dice verdades como puños”, soltaba de vez en cuando para hacerla rabiar.

En la siguiente temporada ya espaciaban el sexo. Primero por días, luego por semanas y al final por meses. Durante el partido del centenario, Benito cayó en la cuenta de que llevaba sin arrimar desde el debut de Torres. Por eso la fiesta no la amargó gol de Osasuna, sino los reproches que llegaron en tromba al final del partido. Liga a liga se siguió ajando el deseo, hasta que la costumbre se hizo el único pegamento

Sin embargo, nunca hasta el año pasado la había visto aquella manera. Distante, difuminada, ajena a cuanto recordaba de ella. En las horas de insomnio recorría su cara durante horas, cada vez más extrañado de no reconocerla. La nariz, la boca, los pómulos… Todo estaba en su sitio parte a parte, pero el conjunto seguía sin ser Alba.

 

- Te veo distinta, soltó un día durante el desayuno.
- Pues más joven no soy. El jueves cumplí cuarenta y todavía no me has felicitado.
- Perdona.
- Da igual. A estas alturas ya ni me importa.

Sin muchas esperanzas, probaron con la terapia de pareja. Y para sorpresa de ambos, funcionó. En seis meses volvieron a encontrarse y a desnudarse, aprendieron de nuevo a echarse de menos. Pero aquel garbanzo de sospecha seguía creciendo en Benito. La semana pasada, en plena sesión, se lo largó a la psicóloga.

 

- Lo siento, tengo que dejar esto. No la veo igual.
- ¿Pero vas a seguir con eso?
- Tranquila, tranquila. Benito: ¿qué sientes?
- Que la veo distinta. Cuando la tengo al lado, me parece otra. Huele igual, habla igual, todo es lo mismo. Pero cuando se acerca es diferente.
- ¿Cómo distinta?
- Sí, distinta. Más blanda, más pálida, más borrosa. No sé. Distinta.
- Entiendo. ¿Y podrías ponerle un nombre a esa sensación?
- No, la verdad es que no.
- Pues déjame que se lo ponga yo. ¿Qué edad tienes, Benito?
- Cuarenta y dos.
- Pues te voy a contar dos cosas. La primera es que tu mujer sigue siendo la misma. Y la segunda es que ya tienes presbicia.

 


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas