Revista Opinión
El Financial Times alertó de que en España se estaba gestando un drama mayor que el de Grecia y las Bolsas europeas cayeron en picado. Unos días después vino la rectificación, sin más, por parte de quien se supone que realiza un periodismo serio. Meses más tarde, la prensa anglosajona se hizo eco de un rumor que afirmaba que España iba a pedir un rescate de 280.000 millones de euros al Fondo Monetario Internacional. Un despropósito que fue desmentido por el FMI pero que no logró evitar un nuevo desplome bursátil.
Las agencias de "rating", las mismas que otorgaban la máxima nota a los paquetes que contenían las hipotecas "subprime" y que desencadenaron el colapso financiero en medio mundo, se dedican a rebajar las calificaciones de las deudas de Grecia, Portugal o España ante la atónita mirada de la Comisión Europea, que pide más rigor y responsabilidad a quienes, con sus notas, están propiciando los movimientos especulativos.
El nuevo Gobierno húngaro afirmó, hace unos días, que el anterior ejecutivo había mentido sobre sus estadísticas, que su país sufría una situación comparable a la de Grecia y que la quiebra del Estado estaba próxima. La Bolsas volvieron a hundirse y la española alcanzó los niveles de mayo de 2009. Tres días después, los mismos que se comparaban con Grecia y hablaban de bancarrota enviaban un nuevo mensaje: "las declaraciones anteriores son exageradas".
El Banco Mundial dijo recientemente, en la presentación del informe "Perspectivas Económicas Mundiales 2010", que la situación económica de España es muy grave e incluía a nuestro país entre los cinco con más deuda de la Unión Europea. Unas horas más tarde rectificaba su apreciación, ya que en realidad la deuda de nuestro país se sitúa veinte puntos por debajo de la media europea.
Nadie ha exigido responsabilidades a cierta prensa por sus investigaciones periodísticas incorrectas, a las agencias de calificación por su falta de rigor y responsabilidad a la hora de adjudicar sus notas, al gobierno húngaro por sus exageradas declaraciones, o al Banco Mundial por sus informes erróneos. Nadie. Y ello a pesar de que, con estas actuaciones, los especuladores se frotan las manos, el "euro" se desestabiliza y nuestro país, en especial la colocación de nuestra deuda y su prima de riesgo, sufren las consecuencias. Demasiados errores que pagamos, y seguiremos pagando, los de siempre.