¡Dios mío, qué fin de semana!. La marcha y manifestación por la dignidad acaba en batalla campal por la inoperancia de un Ministro del Interior que un Presidente del Gobierno que tuviese dos dedos de frente habría mandado a su casa hace meses.
Los medios de comunicación de Madrid, incluido por cierto el País que en algunos aspectos está haciendo oposiciones a miembro de la caverna mediática, hablan de unos miles de manifestantes cuando en las fotos aéreas la manifestación por la dignidad ocupa tanto o más espacio de la Plaza de Colon y alrededores que las manifestaciones a favor de la familia cristiana que organizaba Rouco Varela, cuya asistencia los mismos medios calculaban por encima del millon de personas.
Pero todo quedo ensombrecido por la entrada en fase terminal y fallecimiento de Adolfo Suarez, y el espectáculo de la mayor parte de la clase política aprovechando la oportunidad y proclamándose herederos del artífice de la transición, a pesar de que algunos de los presuntos herederos son precisamente los que destruyeron el legado de Adolfo Suarez. En mi opinión pocos políticos han mantenido su dignidad en esta ocasión, y uno de los ejemplos de los que sí lo han hecho es Alfonso Guerra, que a pesar de ser uno de los que más le atacó durante su presidencia, hace unos años reconoció que con Suarez se había equivocado, valoró entonces muy positivamente su labor en la transición, y este fin de semana ha mantenido una respetuosa discreción.
Mi opinión sobre Adolfo Suarez se resume en pocas palabras: es uno de los poquísimos políticos honestos que ha habido en España y quizás el único que ha demostrado que solo le interesaba el país y no los votos. Estoy totalmente de acuerdo con Fernando Onega, que fue asesor de Adolfo Suarez y recientemente ha escrito un libro sobre él, cuando dice: “Fue el hombre oportuno para el momento más necesario”, lo que me preocupa es que en el momento actual tenemos un hombre muy inoportuno.
Mientras Adolfo Suarez fue Presidente el PSOE le hizo la vida totalmente imposible por todos los medios a su alcance porque no podían soportar que un franquista estuviese llevando a España a la democracia cuando los grandes y únicos depositarios de los valores democráticos eran ellos, y finalmente formaron parte del pelotón que acabó con su mandato y con la España que había diseñado, pero solo se han pasado un poco en el carnaval que se ha montado este fin de semana.
Los que se han pasado varios pueblos son los de siempre, el PP. Tengo que reconocer que me quede viendo visiones al leer el comentario del Ministro Margallo, en respuesta a que Mas pusiese a Suarez de ejemplo frente al inmovilismo de Rajoy : “Suarez abordaría la cuestión catalana como lo está haciendo Rajoy” dijo. Creo que lo cierto es la frase opuesta: “Si Suarez hubiese abordado la transición en la misma forma con que Rajoy se enfrenta a los problemas graves todavía estaríamos gobernados por el Movimiento Nacional”. Es difícil hacer un comentario más vil y rastrero, y por esta razón creo que el señor Ministro de Exteriores se lleva el gran premio de este carnaval, pero varios de sus compañeros de partido también se han lucido.
El lunes 24 La Vanguardia publicó varios artículos sobre Adolfo Suarez, y entre ellos uno de cada uno de los Presidentes del gobierno de la democracia. Os adjunto los artículos de Mariano Rajoy y el de José María Aznar porque son extraordinarios ejemplos de hipocresía y de una total y absoluta falta de vergüenza y de escrúpulos.
Aparte que ambos elogian su actitud dialogante y pactista, hablando de ambas virtudes como si les fuesen propias, el artículo de Rajoy es vacio y anodino como sus discursos, y como en sus discursos también suelta tonterías porque al final viene a decir que el gran logro de Adolfo Suarez es la Constitución que tan útil es a su gobierno porque su texto se interpreta como ellos quieren, sirve para esconderse detrás de leyes inexistentes y si conviene se la pasan por donde no suena. Una joya.
El artículo de José María Aznar es absolutamente antológico. Aparte otra cantata a la gloriosa, intocable e inamovible Constitución, el enviado por Dios para salvar a España, siguiendo su habitual método de asignar maravillas inexistentes a su propia persona, se nombra a si mismo heredero y continuador del espíritu y las políticas de Adolfo Suarez. El hecho de que fuesen él y su partido los que, a partir del 2000, remataron totalmente la ya muy maltrecha España que no fue, es decir, el legado de Adolfo Suarez, es irrelevante, y solo podrían hacer un comentario así mentes enfermas y malintencionadas como la mía.
Como he comentado varias veces, el que sea el PP el que ha beatificado, subido a los altares y guardado en un sagrario bajo siete llaves a nuestra Constitución es otro de sus ridículos esperpénticos porque cuando se celebró el referéndum constitucional, sus antecesores de A.P. fueron el único partido que no apoyo incondicionalmente el Si, y además aunque su postura oficial fue por la abstención, algo así como la mitad de sus líderes se postularon claramente por el No.
No le deseo a nadie una dolencia como el Alzheimer, pero al menos en el caso de Adolfo Suarez le evito contemplar cómo entre casi todos destruían lo que él se arriesgó por conseguir. Un espectáculo parecido al de unos perros peleándose por un trozo de carne, haciéndolo trizas antes de zampárselo entre todos.
En el programa de Josep Cuni del lunes 24 Pilar Rahola dijo algo muy cierto: todos los líderes políticos que han cargado sobre sus espaldas una crisis o transformación muy seria en su país han acabado perdiendo las elecciones una vez superada la grave situación. Aparte el caso de Adolfo Suarez, puso el ejemplo de Gorbachov en la URSS, y yo añadiría a Winston Churchill en el Reino Unido durante la II Guerra mundial.
En las noticias del martes 25 dijeron que Rajoy había ido a Avila para asistir al entierro de Adolfo Suarez. La mala noticia es que regresó a Madrid. Lástima, se perdió la gran oportunidad de que esta hubiese sido la última gran aportaciones de Adolfo Suarez a España.