Como continuación de la nota anterior reproduzco uno de los comentarios de los lectores, un tal Llogari, al artículo de Esteve Giralt en La Vanguardia del jueves 13 de agosto “La crisis arrastro a Mor Sylla hasta la venta ambulante en la calle” donde el periodista explica la historia del senegalés fallecido en Salou en forma de acaramelado cuento de hadas, con referencia, por supuesto a lo malos que son la gente y las autoridades locales.
Llogari
Este articulo es de lo más lamentable, teniendo en cuenta lo que se ha visto y vivido. Vaya por delante que lamento profundamente la muerte de este señor, pero como vecino del barrio antiguo de Salou y después de tener que aguantar durante más de 20 años la existencia de varios pisos patera en mi finca y alrededores declaro que el supuesto periodista no sabe de lo que habla.
Al Ayuntamiento de Salou -como a muchos otros-, se le puede echar en cara muchas cosas, pero en lo que mi recuerdo alcanza nunca ha marginado a ningún colectivo, ni a ningún inmigrante.
Cuando llegaron los primeros senegaleses a la calle Valencia fueron bien acogidos y se les ayudó. Aún recuerdo la trágica muerte de una niña y la aportación voluntaria de los vecinos para repatriar el cadáver.
En estos años hemos visto y aguantado de todo: puertas reventadas buzones desbalijados pintura desconchada y ascensores reventados de tanto subir y bajar fardos. Broncas y ruidos a altas horas de la noche, defecaciones en el portal y en el cuarto de contadores, dormitorios en cama caliente, cocina con maceraciones de carne en el patio de luces, etc.
La gente de Salou sabe que esto solo lo hacen un grupo en concreto y que buena parte de la comunidad senegalesa vive y trabaja de forma ordenada. Pero no hace falta ser Sherlock Holmes par ver a esos señores que se pasean todo el día con túnicas de seda y relojes de oro controlando el negocio, ni tener mucha vista para observar que las esquinas de la avenida Carles Buhigas están llenas de senegaleses que venden de todo menos camisetas delante de los discobares y discotecas.
Hemos aguantado ramadanes con matanza de corderos en los pisos, broncas descomunales, hacinamiento de personas, destrozos en las zonas comunes y una convivencia difícil con esta gente que no suele ser amable.
Por favor señor Esteve Giralt vuelva del planeta en el que habita y dese una vuelta por Salou.