Deshilachada bandera de Colón
Tiene el PP este país hecho jirones. Como la bandera de Colón. Esa con la que Aznar quiso dar en la cabeza a quien no vibrara con los colores heredados del franquismo. Hasta esa bandera, que da sombra a las misas multitudinarias de la capital del reino y al desfile del 12 de octubre, está ya rota. Qué desaseada es esta gente que nos gobierna. Sacan a España de la justicia universal, regresan la interrupción voluntaria del embarazo a tres décadas atrás, aumentan el paro, la precariedad y la impunidad de unos patrones neopistoleros, obligan a los jóvenes a volver a ser emigrantes, dejan que los niños se desmayen de hambre en las escuelas, rompen el país con su cantonalismo centralista, acuchillan a los inmigrantes o los ahogan como hacen los gangsters con sus víctimas. Y mientras, se enriquecen y enriquecen. Para que no haya duda, sientan en primera fila en el reciente Congreso del PP al marido de Dolores de Cospedal. Es que Bárcenas no podía. Nos regresan a la España de Los santos inocentes. No les deseamos la suerte que Zacarías le buscó al señorito de mierda, aunque seamos conscientes de que en la historia la horca y la guillotina (la que asusta a Ana Botella ella sabrá por qué) han tenido efectos democratizadores. Pero no es momento ni de horcas ni de guillotinas. Pero unos cuantos de estos inútiles que prevarican, montan redes de corrupción, malvenden el país, descuidan las cosas pública y malbaratan nuestra democracia debieran recibir el peso de la justicia. No la revolucionaria. Basta con la que debiera emanar de la Constitución y del cumplimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Dice Gallardón que no piensa “abdicar”. En qué estaría pensando. Mientras la bandera se deshilacha, quizá porque se la encargaron también a la Red Gürtel, estamos dispuestos a que Gallardón abdique y el monarca dimita. Para que tanto frío no nos congele el corazón.